Daniel, había llegado hace poco a Venezuela y decidió ir a visitar a su tía en los Valles del Tuy, una zona cercana a la ciudad de Caracas.

Al llegar a la casa, saludo y se abrazó con sus tíos y primos, ya que tenía mucho tiempo sin verlos, y él quedó muy contento al ver lo alegre y emocionados que estaban en la casa, puesto que se encontraban preparándose para una fiesta tradicional de la ciudad que se celebraba el día de Corpus Cristi y que se llama los Diablos Danzantes de Yare, la cual es una celebración muy importante para ellos y además de eso se sumó a la alegría de su visita a la casa.

Daniel se quedó fascinado al ver las máscaras, que su tío y primos iban a usar como bailarines durante la fiesta.

Cuando él se puso a conversar con sus primos sobre la festividad, se enteró de que sus primos creían firmemente en la tradición y la consideraban sagrada y verdadera, y él no pudo evitar burlarse de ellos. Pensaba que todo eso era solo una superstición religiosa sin sentido.

Sus primos, molestos por su actitud despectiva, decidieron confrontarlo y le dijeron a Daniel que su tiempo fuera de Venezuela, le habían hecho perder sus raíces y su cultura.

Después de eso, le explicaron que la fiesta de los Diablos Danzantes de Yare era mucho más que una simple tradición, ya que era la representación de una batalla entre el bien y el mal a nivel cosmológico y por eso se celebraba en la fecha del Corpus Christi, como una manera de reafirmar la fe y el triunfo de la luz sobre la oscuridad, en todos los ámbitos.

Intrigado y desafiado por la convicción de sus primos, Daniel decidió aceptar su invitación para asistir al baile tradicional al día siguiente, y después de una alegre reunión familiar, todos se fueron a dormir temprano, para estar listos para la festividad.

Cuando Daniel estaba profundamente dormido, fue acechado por una pesadilla aterradora, que lo hizo sudar y temblar como un bebé. En su sueño, se vio rodeado de demonios que lo rodeaban, le gritaban, le susurraban frases extrañas y presenció, al ser llevado y empujado por los demonios, el horror del infierno.

Daniel. Sentía cómo los demonios le agarraban las piernas y le desgarraban los brazos en su sueño, él sentía como el miedo le invadía cada poro y célula de su cuerpo y sentía como su sudor empapaba la cama mientras luchaba por despertar, sin poder hacerlo, ya que un demonio, al que llamaba el demonio mayor, lo sostenía y no le dejaba despertar, sino que más bien lo sometía y ponía a disposición de los demonios menores.

Ya, cuando parecía que los demonios iban a arrastrar a Daniel a las profundidades del averno, de repente se empezaron a escuchar unos tambores resonando en su sueño.

Pero en el sueño, tanto el Demonio mayor, como los otros demonios y el mismo Daniel, voltearon hacia donde venía el sonido de los tambores.

Eso le dio un miedo terrible a Daniel, ya que en ese momento, no sabía si lo que vivía era un sueño o era algo real y dentro de sí sintió un miedo y un terror terrible, y al sentir eso, vio como la imagen del demonio mayor, que ahora él creía que era el diablo, se hacía más grande y fuerte, lo que le aterraba a Daniel mucho más.

Sin embargo, los tambores seguían sonando en el sueño, y ahora se veía al diablo incómodo en algunos momentos, y el sonido se hacía más y más fuerte, al voltear hacia donde venía el sonido y ambos, tanto el diablo como Daniel, vieron aparecer a varios hombres vestidos con las máscaras de los Diablos Danzantes, danzando y cantando.

A medida que los bailarines o danzantes, se acercaban a Daniel en su sueño, los demonios menores, se alejaban visiblemente asustados del trayecto de los bailarines.

En un momento de angustia, el diablo levantó por el cuello a Daniel, y cuando el diablo estaba a punto de asfixiarlo y lanzarlo al pozo del infierno, los bailarines rodearon al demonio y comenzaron a cantar y tocar sus maracas y tambores con furia.

Al hacer eso, el diablo empezó a estremecerse y sentir dolor, debido a que estos sonidos sagrados, unido a los cantos y bailes, le producían un dolor insoportable al diablo, quien finalmente soltó a Daniel en medio de la agonía le provocaban.

En ese instante, la tía de Daniel lo sacudió con ternura para despertarlo. El joven, aturdido y aterrado, se levantó de un salto de la cama, soltando gritos de temor e incomodidad. Su tía, preocupada, le preguntó qué le había ocurrido y él, aún tembloroso, le contó su pesadilla.

Después de despertarse toda la familia y tomar un reconfortante desayuno, se fueron todos a la festividad de los Diablos Danzantes de Yare.

Daniel recorrió la ruta del baile completamente con su familia y amigos, viendo los bailes, escuchando los tambores, las maracas y las letras de las canciones, las cuales eran iguales a las de su sueño, lo cual le aterró bastante, dado que era la primera vez que estaba en esa festividad.

Daniel quedó asombrado, al ver la devoción y el fervor de todos los presentes, que emanaban un aire de unidad con todos los participantes y bailarines de la tradición.

Después de ese día, Daniel dejó de tener pesadillas y malos sueños, y eso hizo que él se adentrara en el estudio y la apreciación del folclore y las tradiciones de su país.

Eso lo llevo a comprender, que todas las tradiciones tienen un profundo significado y una belleza que no se puede ignorar, y que son la base de la cultura popular de los países y regiones.

Además, aprendió a respetar y valorar las creencias de los demás, pues nunca sabía si detrás de ellas, había un poderoso secreto capaz de despertar los miedos más oscuros que se pudiesen imaginar.

Gracias por leerme.