Roberto, es un hombre de carácter fuerte y muy cerrado a la hora de expresar sus sentimientos, normalmente se encierra en su rutina de trabajo en construcción. Pero lo cierto es que su vida está marcada por la perdida de familiares, por tener que asumir responsabilidades desde muy joven y por la dureza del trabajo, lo que le ha llevado a la reticencia a compartir sus pensamientos y emociones con los demás.

Un día, al ver la carga de Roberto, su amiga Susana lo invitó a un retiro espiritual que organizaba su iglesia. La idea de Susana, era ayudar a Roberto a sacar todo lo que llevaba dentro y ayudarlo a expresar sus sentimientos para que pudiera empezar a ser feliz. A pesar de su inicial negativa, Susana insistió tanto que Roberto finalmente accedió a participar en el retiro con los miembros de la congregación.

Desde el principio, Roberto se sintió incómodo y fuera de lugar en ese ambiente espiritual. Los demás participantes del retiro, notaron su actitud y trataron de acercarse y conversar con él de la mejor manera posible, y aunque a Roberto se le hacía difícil compartir, hizo lo imposible por ser sociable y amigable con los otros asistentes.

A lo largo del retiro, las personas realizaron una serie de ejercicios guiados, tanto teóricos como de contacto físico, que desafiaban las barreras emocionales de Roberto. Uno de estos ejercicios consistía en separarse en parejas, sin importar el género, y después de compartir durante un tiempo, debían abrazarse y expresarse mutuamente lo que pensaban el uno del otro, manteniendo el respeto y la educación en la comunicación.

Estas actividades eran totalmente ajenas a la forma de pensar de Roberto, quien se sentía incómodo y fuera de su zona de confort. Sin embargo, siguió adelante con el compromiso que había adquirido con Susana. Además de que ella siempre estaba cerca y le apoyaba.

En la segunda noche del retiro, el padre instructor llevó a cabo un ejercicio de introspección que impactó profundamente a muchos de los participantes, incluido a Roberto. Las emociones afloraron en muchas personas, las lágrimas brotaron a cántaros y muchos entraron en un conflicto interno que finalmente culminó en una súplica de perdón a Dios.

Roberto fue uno de los últimos en ceder a la experiencia. Luchó y resistió, llegando incluso a acusar al cura y a los demás de ser falsos y locos. Sin embargo, después de un conflicto interno abrumador, finalmente cayó en un llanto desconsolado que parecía no tener fin. Y en ese proceso él no quería que nadie se le acercara.

Los demás participantes se preocuparon por su estado y le preguntaron al padre qué estaba sucediendo. El Padre Capuchino respondió con calma: "No se preocupen, continúen con sus actividades. Roberto está pasando por un proceso de profunda transformación. Está enfrentando su verdadera esencia y desechando todas las máscaras que solía usar para ocultar la hermosa persona que es. Está experimentando un crecimiento real, una liberación y una humildad sincera".

Fue así, como esa experiencia del retiro espiritual marcó un punto de inflexión en la vida de Roberto. A través de la introspección y la oración, pudo enfrentar sus propios demonios internos, liberar sus emociones reprimidas y descubrir una nueva conexión consigo mismo y con Dios. Esta vivencia cambió su corazón y su visión del mundo, permitiéndole finalmente abrirse a la expresión de sus sentimientos y encontrar la paz en su interior.

Muchas gracias por leerme.