The threshold

All images are free of charge, the text is authored by me and translated in Deepl.

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El umbral
Como si fuera atraído por un imán, se dirigió hacia la luz que tenía al frente. No sabía si caminaba o volaba, lo que sí tenía claro era que su cuerpo no le pesaba absolutamente nada. Cuando estuvo frente al umbral, lo traspasó de manera decidida.

Inmediatamente sintió la diferencia. El ambiente era helado, oscuro, con un olor extraño, lleno de cactus espectrales y árido suelo. De repente se vio rodeado por un círculo de sombras que simplemente vagaban sin levantar la cabeza. Tuvo ganas de preguntar en dónde estaba, de hecho se acercó a una de ellas, pero cuando el hombre levantó el rostro, vio que donde debían estar los ojos, aparecieron dos agujeros enormes.

Sintió miedo y frío, y sin saber por qué, quiso volver al vientre materno. Así que se acostó en forma fetal entre los escombros y empezó a escuchar voces opacas que hablaban dentro de su cabeza:

_Eres uno de los nuestros, bienvenido.
_ Trata de soltarte para que todo sea más rápido y breve.

No sabía de qué hablaban, pero se levantó y reanudó su viaje. Vio que otro grupo de sombras iba delante de él, por lo que decidió alcanzarla, pero cuando corrió para llegar a ellas, cayó en un hueco profundo e interminable. En la medida que bajaba, el frío se terminó y le llegó el calor: al final había carbones encendidos y nubes de humo que lo esperaban.

Cuando tocó fondo, descubrió que ahora estaba en el centro de algo y que miles de ojos y manos lo apuntaban. Sobre él volaban pájaros negros y aunque estaba a la intemperie, lo que tenía sobre su cabeza no era el cielo, sino un techo hecho de fuego anaranjado y negro. En ese instante se sintió asfixiado por el fuerte olor a azufre y cuando quiso llevarse las manos al rostro, se dio cuenta que estaba encadenado. Al otro lado de su mano, una fuente llena de cosas se desbordaba como si fuera un rio caudaloso. Entre las cosas que estaban atoradas, se hallaban las visiones del pasado.

Se miró cuando niño correr e ir a la escuela. La casa familiar llena de cuartos ocupados y sucios. Se miró llorar en una esquina, mientras que sus hermanos jugaban entre ellos. También vio a su madre revolver los guisos y sazonar las carnes con el llanto acumulado. Después se miró ya hecho un adulto, cansado, amargado, trabajando día y noche. Sus hijos llorando y su mujer frente a la estufa. Era como si su vida estuviera frente a miles de espejos que multiplicaran sus día en un millón de veces.

Los recuerdos iban reconstruyendo todo: la vez que robó el dinero de la empresa, que escondió comida para no compartirla con nadie, las veces que fue el causante de las lágrimas de su madre, de su esposa, de sus hijos. Una película en blanco y negro proyectada solo para él, quien estaba en primera fila, con los ojos cerrados pero escuchando el susurro de las constelaciones.

Después de eso, comenzó a sollozar y salió corriendo. Se internó en el vacío sintiendo que detrás de él estaban grandes ojos inquisidores, ojos ciegos, ojos que flotaban con el aullido de la culpa. Fue entonces que se dio cuenta que ya no estaba encadenado a nada y que se encontraba al fondo del más allá, en la oscuridad misma del universo. Las sombras, que anteriormente giraban alrededor de él, ahora lo tomaban de la mano y caminaban a su lado. Tuvo la certeza, en ese instante, que estaba muerto y que aquel no era el cielo.