Cuando lo que sentimos no tiene palabras...

A todos nos puede pasar alguna vez tener un sentimiento o una mezcla de sentimientos que consideramos indescriptibles. Ocurre en situaciones emocionalmente complejas, o cuando nos enfrentamos por primera vez a un tipo de situación y descubrimos lo que se siente estar inmersos en ella (no es lo mismo que nos cuenten algo a tener que vivirlo en carne propia).
Puede ocurrir que las emociones nos estén abrumando de tal forma que sea muy díficil procesarlas, entenderlas. En esos casos lo mejor es esperar un momento, tranquilizarnos, comprender cómo nos estamos sintiendo para ponerle palabras.
Pienso que hay situaciones de vida que pueden generar un sentimiento inexplicable. Se me ocurre por ejemplo, el perder a un hijo. De hecho, perder a los padres tiene un nombre (huérfano) o perder al esposo (viuda). Pero no nos hemos puesto de acuerdo en establecer un nombre para una pérdida tan atroz, como el fallecimiento de un hijo, al menos no en español.
Caminando me encontré con esta frase inscrita en un banco. Esta frase me lleva a un lugar común, al que asisto a través de mis pacientes pero también a través de mi propia experiencia. Todos hemos sentido, alguna vez, lo inexplicable.

It can happen to all of us sometime to have a feeling or a mixture of feelings that we consider indescribable. It happens in emotionally complex situations, or when we face a type of situation for the first time and discover what it feels like to be immersed in it (it is not the same to be told something as to have to live it in the flesh).
It may happen that the emotions are overwhelming us in such a way that it is very difficult to process them, to understand them. In those cases the best thing to do is to wait a moment, calm down, understand how we are feeling in order to put words to it.
I think that there are life situations that can generate an inexplicable feeling. For example, losing a child comes to mind. In fact, losing one's parents has a name (orphan) or losing one's spouse (widower). But we have not agreed on a name for such an atrocious loss as the death of a child, at least not in Spanish.
Walking along I came across this phrase inscribed on a bench. This phrase takes me to a common place, which I witness through my patients but also through my own experience. We have all felt, at one time or another, the inexplicable.