When she arrived at the hospital, she was greeted by the head nurse, Ana, who filled her in on each patient:
"I think you're not going to have problems with any of them, except Jacinto, who thinks he's an old gentleman, castle and all, and sometimes he doesn't let the nurses attend to him but tells them to call his maids,_ expressed Ana with a look that expressed weariness, _"Anyway, they get their daily medication and generally spend the day sleeping".
Aurora nodded and took all the implements Ana handed her. As she received them, she felt as she felt when she received her nursing degree: with excitement, but with great responsibility.
Aurora walked down the long hallway and checked on each of the patients. In room 23, she found an old man, a nonagenarian, who as soon as he saw her, shouted euphorically:
"Princess, you have finally arrived! I need you to order the army to immediately saddle up the horses and let's get back to battle,” Aurora smiled at the old man, sensing that it was Jacinto:
"How do you think I feel, your majesty, if since yesterday I have heard that the enemy is advancing. We have to take care of you and the castle,” Aurora took his blood pressure and looked worriedly at the screen of the device. Immediately, with mastery as if it were her habit, she prepared a vitamin concentrate that she gave him intravenously. The old man's body was a bag of bones and skin: his blue veins looked like the delta of a drying river. Next, Aurora took the stethoscope and checked his cardiac level: she observed that Jacinto was breathing heavily.
"You're going to get a Holter, Jacinto!" -Aurora announced, reviewing the indications the doctor had given.
"Princess, what is that?" -asked the old man, worried and uneasy, with a frown on his face. Aurora immediately calmed him down:
"It's like a suit of armor, Jacinto, calm down!" -She smiled at him and put a hand on his shoulder. The old man remained calm and affirmed bravely:
"That is what I need, your majesty: a suit of armor to face the enemy",_ Jacinto affirmed as if he had a sword in his hands.
"I have heard the enemy shout, “Assault the castle,” but as long as I am in front, you will be safe, princess. I will defend you with my life,” whispered Hyacinthus almost feebly, holding the nurse's hand.
The minutes following those words were a whirlwind in room 23: CPR, rapid defibrillation, oxygen. Aurora's hands coordinated with the other hands to do the job of stopping the life that was slipping through their fingers. After a few minutes, they had managed to save Jacinto, who was breathing again as proof of having won the battle.
The next morning, when Aurora was indicating to the nurse who was taking over, the news they had had, Jacinto expressed to her in a leisurely manner:
"Majesty, after the first cannon shot, others followed, but I was able to respond to the onslaught of the enemy, who finally went to entrench themselves in the forest",_ Jacinto recounted lying down and looking straight ahead at Aurora, who was checking her pulses:
"Well, Hyacinth, in the name of the kingdom and of my father, you will be decorated with the highest recognition: the platinum sword. I must thank you for your brave and fierce fight".
Jacinto's wrinkled face nodded in satisfaction and showed a proud smile, while Aurora walked haughtily towards the door of the room, with her head held high, in a gallant manner, for the work accomplished, for the battle done: because without any loss, she was ending her watch for that day.
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Aurora, la princesa
Sonó el despertador y ya Aurora estaba despierta. El entusiasmo de su primer día de trabajo, la había mantenido en vela. Su uniforme blanco, limpio e impecable, reposaba sobre el mueble de la habitación que hacía también de esquinero, closet y de mesa. >Luego de tomarse un café y comer algo de pan y queso, que era lo único que quedaba en la nevera, Aurora salió del pequeño apartamento donde vivía.
Al llegar al hospital, la recibió la jefa de enfermeras, Ana, quien la puso al tanto de cada paciente:
_Creo que no vas a tener problemas con ninguno, excepto con Jacinto, quien se cree un caballero antiguo, con castillo y todo, y a veces no deja que las enfermeras lo atiendan sino que dice que llamen a sus criadas –expresó Ana con una mirada que expresaba cansancio- De todas maneras, ellos reciben su medicación diaria y generalmente pasan el día durmiendo.
Aurora asintió y tomó todos los implementos que Karen le entregaba. Al recibirlos, sintió como se sintió cuando recibió su título de enfermera: con emoción, pero con una responsabilidad muy grande.
Aurora, caminó por el largo pasillo y fue revisando cada uno de los pacientes. En la habitación 23, encontró a un anciano, nonagenario, que apenas la vio, gritó eufórico:
_¡Princesa, por fin ha llegado! Necesito que usted ordene que el ejército ensille inmediatamente los caballos y volvamos a la batalla –Aurora, sonrió al anciano, intuyendo que sería Jacinto:
_Hola, Jacinto. ¿Cómo has amanecido? –se acercó a la cama conduciendo un carrito lleno de medicamentos.
_Cómo cree que me siento, su majestad, si desde ayer he escuchado que el enemigo está avanzando. Tenemos que cuidar de usted y del castillo –Aurora le tomaba la tensión y miraba con preocupación la pantalla del aparato. Inmediatamente, con maestría como si aquello fuera su costumbre, preparó un concentrado de vitaminas que le suministró de manera intravenosa. El cuerpo del anciano era un saco de huesos y piel: sus venas azules parecían el delta de un río que se secaba. A continuación, Aurora tomó el estetoscopio y revisó su nivel cardiaco: observó que Jacinto respiraba con dificultad.
_¡Te van a poner un Holter, Jacinto! –anunció Aurora revisando las indicaciones que había hecho el médico.
_Princesa, ¿qué es eso? –preguntó el anciano preocupado e inquieto, con el ceño fruncido. Aurora, lo calmó inmediatamente:
_¡Es como una armadura, Jacinto! ¡Cálmese! –le sonrió y le puso una mano en el hombro. El anciano se quedó tranquilo y afirmó valerosamente:
_Eso es lo que necesito, majestad: una armadura para enfrentarme al enemigo –afirmó Jacinto con si tuviera una espada entre las manos.
En todo el día, Aurora tuvo muchas emergencias, entre esas, la de Jacinto que se descompensó y tuvo que ser tratado con premura. En el pasillo, enfermeras como ella, iban y venían con protocolos aprendidos y establecidos para ciertos eventos. Aurora intentaba ser una profesional, pero sintió que el miedo atenazaba su corazón, cuando un afiebrado Jacinto deliraba:
_He escuchado gritar al enemigo: “Asalten el castillo”, pero mientras esté al frente, usted estará a salvo, princesa. La defenderé con mi vida –susurró Jacinto casi sin fuerza sosteniendo la mano de la enfermera.
Los minutos posteriores a aquellas palabras, fueron un torbellino en la habitación 23: reanimación cardiopulmonar, desfibrilación rápida, oxígeno. Las manos de Aurora se coordinaban con las otras manos para hacer el trabajo de atajar aquella vida que se les fugaba entre los dedos. Luego de algunos minutos, habían logrado salvar a Jacinto que respiraba nuevamente como prueba de haber ganado la batalla.
Pasado ese instante, Aurora no pudo contener el llanto y se desplomó como muñeca en el baño de enfermeras: allí lloró sintiendo que la humanidad era frágil, pero también fuerte, capaz de resistir como una dura piedra.
A la mañana siguiente, cuando Aurora indicaba a la enfermera que asumía el control, las novedades que habían tenido, Jacinto le expresó de manera pausada:
_Majestad, después del primer cañonazo, siguieron otros, pero pude responder a la arremetida del enemigo, que por fin se fue a atrincherar en el bosque –contó Jacinto acostado y mirando de frente a Aurora, que revisaba sus pulsaciones:
_Bueno, Jacinto, en nombre del reino y de mi padre, serás condecorado con el más alto reconocimiento: la espada de platino. Debo agradecer tu lucha valiente y feroz.
El rostro arrugado de Jacinto asintió satisfecho y mostró una orgullosa sonrisa, mientras que Aurora caminaba altiva hacia la puerta de la habitación, con la cabeza en alto, de manera gallarda, por el trabajo cumplido, por la batalla hecha: porque sin ninguna pérdida, daba por terminada su guardia de aquel día.
Hermosa historia que, seguramente, sucede en la vida real, pero nadie se lo imagina...
Fiction is a reflection of reality! a famous writer would say. It is always a pleasure to hear from you, maestro! Thank you for your comment.
Thank you very much for your appreciation, friends!
Thank you, @nancybriti1. I loved Aurora. I loved Jacinto. I loved the story. I feel less weary myself, after reading it :)
How cool! There is no greater reward than reading a reader who is satisfied with the reading. Sometimes we think our jobs are hard, until we see the battles of others. Aurora deserved to be called a princess. Greetings and thank you very much for the comment!
Me quito el sombrero y me inclino ante usted, Su Majestad. Recibo un elogio tuyo y me tengo que restregar los ojos porque no creo que lo que estoy viendo sea real.
Otro abrazo. Excelente narrativa, como siempre.
Yo no sé quién se inclina: o tú o yo!! Chamita, tenía rato que no veía tu trabajo, pero hoy la gracia de Dios me permitió deleitarme. Qué gusto visual me he dado con tu post. Te has ganado mi admiración. Un abrazo fuerte y largo, de aquí a Cuba.
😅
Congratulations @nancybriti1! You have completed the following achievement on the Hive blockchain And have been rewarded with New badge(s)
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That's great @nancybriti1! You're doing a great job on Hive! We keep cheering you on for your next goal!
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All you need to do is to click on the "support" button on this page: https://peakd.com/proposals/248.
Thank you!
Aurora should be given more than a platinum sword,smiles.
@nancybriti1
Some professions are heroic! Greetings
Yeah!
You've said right.
@nancybriti1
I loved how you made Jacinto look lovable. Like I was smiling reading what he was saying about the army and Princess.
Nice one
jaja me ha encantado la historia y la forma en que la narraste. Aurora más que una princesa es toda una guerrera. Conozco muchas Auroras de la vida real.😁