Mi entrada al Concurso TopFiveFamily Observa Piensa Escribe: El sueño de Carlos. Relato Original.

Antes que nada cordiales saludos a los miembros de la comunidad de Top Five Family, hoy nuevamente participando en este interesante concurso semanal que nos ofrece la comunidad. Pueden participar a través de este enlace.

Carlos había llegado a la zona de Barbacoas, en el Estado Aragua, estaba muy contento y lleno de ilusiones, había trabajado mucho para poder cumplir con su sueño, no había ido a esa vieja finca de su abuelo, desde antes de haber iniciado la universidad.

El abuelo de Carlos, un hacendado con varias tierras de siembra y de producción agrícola, tenía varias fincas pequeñas arrendadas y poseía tierras en diferentes zonas del país. El viejo Simón, como se le conocía popularmente al abuelo de Carlos, le había apostado al país cuando, en medio de la catástrofe económica y política que asoló a su nación, hizo que muchos hacendados y productores agrícolas se fueran después de vender sus tierras.

El viejo Simón hizo lo contrario, comenzó las tierras de sus vecinos, que huían despavoridos del país, y para que las nuevas tierras no fuesen expropiadas, o tomadas por el hampa o por movimientos políticos, se las arrendó a varios de sus trabajadores de más confianza, a quien muchas veces tuvo que ayudar a pesar de las perdidas económicas que esto le acarreaba en un principio.

Aunque Simón recibía críticas de sus familiares y amigos por haber realizado esta práctica que todo el mundo veía contraproducente, más con las situaciones políticas que había en el país, Simón seguía adelante con su plan y le decía a su familia que debían calmarse, ya que si es cierto él había comprado algunas fincas, la mayor parte de su inversión en tierras había sido con las tierras de sus vecinos, y, por lo tanto, él estaba al frente de su negocio.

Simón además había sido muy inteligente, en vez de enfrentarse al Instituto Nacional de Tierras (INTI), había hecho lo contrario, les había apoyado a nivel logístico y económico en algunas ocasiones, lo mismo había hecho con las familias campesinas cercanas a sus terrenos, por lo que se había ganado el respeto de la comunidad y de los funcionarios de esa institución.

Pero a pesar de esto, Don Simón, para muchos y el Viejo Simón para otros, había perdido una pequeña finca, la cual le había dado a una de sus sobrinas, para su cuidado. Simón le había advertido que en la situación del país, no se debía tener la tierra ociosa, que se debía producir lo que fuese, pero producir.

Dinora, la sobrina de Simón, no le hizo caso y se dedicó a sembrar flores y dejó perder una cosecha de granos. Ya que Dinora, solamente se ocupaba de la casa y de los alrededores. Además, había despedido a los 4 trabajadores de la tierra, que habían trabajado para el viejo Simón durante años, todo esto provocó que se perdieran esas 20 hectáreas y sus bienhechurías, cuando fueron expropiadas.

Simón, al ver esto, dejo de dar tierras a sus familiares, debido a que ninguno de sus familiares cercanos le gustaba el trabajo agrícola. Solamente Carlos, el hijo de su hijo mayor, que había muerto en un accidente de tránsito, disfrutaba con su abuelo de las tierras, de los animales y de las siembras.

De hecho, Carlos, había leído sobre la cría de peces en las fincas y había convencido a su abuelo de abrir un estanque y poner tanques de cría, Carlos, con tan solo 15 años, se encargaba de esta parte de la finca principal donde vivía con sus abuelos. La madre de Carlos y su hija vivían en la ciudad, donde su mamá trabajaba como profesora.

Al terminar el bachillerato, Carlos le dijo a su abuelo, que él quería estudiar ingeniera agropecuaria o en su defecto veterinaria. Carlos y Simón hablaban mucho sobre el tema, y Simón convencido de lo que quería su nieto le apoyo.

Por lo que habló con varios amigos que ayudaron a Carlos a entrar en la
la Facultad de Agronomía en la Universidad Central de Venezuela en el Núcleo de Aragua. Así que Carlos se Mudó del Estado Monagas al Estado Aragua.

Cuando estaba en la universidad, vivía con una tía abuela a la que le hacía compañía, hermana menor de su Abuelo, la tía Lucía, vivía consintiendo a Carlos, su esposo atendía un negocio agrícola y una finca, que era propiedad del viejo Simón, de hecho la primera finca que Simón había tenido y de la que nunca había querido desprenderse, estaba ubicada en Barbacoas Estado Aragua.

Un día Carlos fue con la tía Lucía y su esposo a esa finca y quedó prendado de la misma. Sin embargo, al pasar el tiempo y debido a la situación económica y política del país, ya Lucía y su esposo no iban tanto a la fina. Habían dejado la misma en manos de Don Felipe, el capataz de la fina que vivía hay con su esposa y su hija mayor.

Al pasar los años, Carlos se graduó y cumplió su sueño de ser ingeniero agropecuario. Una vez graduado se fue a la casa de su abuelo y Carlos le dijo al abuelo, que deseaba trabajar con él. Pero el viejo Simón tenía otros planes y así se lo hizo saber a Carlos.

Carlos, le dijo su abuelo, “Las tierras de Barbacoas, se quedaron solas, Felipe murió y su esposa se va con su hija para España. Quiero darte esas tierras para que inicies desde abajo así como yo lo hice, además puedes poner allá todas tus ideas, ver si funcionan y ponerlas en práctica y mejorarlas, además debes recordar que cuando yo no esté, todo esto será tuyo. Y recuerda que lo más importante hijo es la tierra, producir y generar alimentos, no solo para ganar dinero, sino para el bien del país”. Su abuelo siempre había sido un idealista y Carlos estaba orgulloso de eso.

Un par de semanas después de esa conversación, Carlos y su abuelo se fueron juntos a Barbacoas, y llegaron a la finca, y Carlos se sorprendió con lo que vio, las tierras estaban descuidadas al igual que los animales. La casa estaba vacía y solo quedaba un empleado, que iba 3 veces por semana a dar de comer a los animales.

El abuelo miró a Carlos, y le dijo, tendrás mucho trabajo, hay que sembrar, ver los animales y hacer todas las cosas desde cero. Carlos asintió con la cabeza y decidió asumir el reto que le tocaba. Después de revisar todas las instalaciones, Simón le dijo a Carlos, ¿En serio quieres hacerlo solo y sin ayuda?

Si abuelo, dijo Carlos, te demostraré que puedo y que soy digno de la oportunidad que me brindas, solo dame las semillas y un préstamo, yo iniciaré desde cero, te pagaré y haré crecer y prosperar la Finca. Por cierto abuelo, ¿Qué pasó con el tractor nuevo, que estaba aquí en la finca hace año y medio?.

Me lo llevé a Monagas, cuando Felipe se enfermó. A felipe además le gustaba más mi viejo tractor, con este inicié yo, dijo Simón a su nieto mientras sonreía y señalaba un tractor al que le faltaba una rueda y le hacía falta mantenimiento. Pero enviaré por él, para que lo tengas.

No hace falta abuelo, iniciaré con tu viejo tractor, lo pondré a punto, iniciaré la producción y en un par de años a más tardar, tendremos uno nuevo con lo que produzca la finca.

¿Estás seguro? Preguntó Simón.

Si abuelo, gracias a ti, hoy se cumplen mis sueños, con lo que tengo y el préstamo que me vas a dar es más que suficiente para iniciar, hoy Dios, la vida y tú me colman de bendiciones.
Simón abrazó fuerte a su nieto, se sintió orgulloso de él y se dio cuenta de que cuando él se fuera de este mundo, sus, tierras, su gente, los campesinos que tenía de vecino y todo lo que había creado y logrado en sus años de arduo trabajo, quedarían en buenas manos. Se enjuagó las lágrimas de los ojos, y se dijo así mismo, no te pongas sentimental, aún falta mucho para eso, ahora ayudemos a Carlos a realizar su sueño.