When the boys reached the corner of David's uncle's house, they both ran out like souls being chased by the devil, straight to the Masonic temple, and when they ran in, they almost took a table or some kind of altar that was in the middle of the temple.

They stopped exhausted, but realized that the trap worked, as everyone present, saw the claws and the figure of the clown, which were reflected on the mosaic floor of the loggia, which was only lit with candles.

At that moment, the rest of the boys closed the doors of the temple, and the clown, was locked in a consecrated place. Then, the boys joined in a kind of human chain forming a circle, and began to perform the ritual they had read about.

While they were doing the ritual, the temple was filled with bad smells, strange images were seen, screams of boys and girls were heard, who had been tormented in dreams by the clown and the gloomy and malicious voice of the demon, which the clown had become, was heard.

As the ritual progressed, the clown became more and more ferocious and the boys knew that no matter what happened, the chain could not be broken, because if it was broken the clown's demon would escape and become stronger.

—David, help me. — I scream, Sofia.

—What's up, Sofia. — said David.

—I feel how he's trying to break my arms, I won't be able to take it any more. —Said Sofia, crying.

— Don't break the chain, or the demon will escape.—Commented Carla, distraught.

—I can't do it any more. — Said Sofia, drawing strength from where she didn't have, to support herself and endure the pain.

At that moment, when Sofia was about to break the chain, the loud voice of a man was heard, who rebuked the clown and named “The Great Architect of the Universe” sticking a sword to the figure in front of Sofia, who fell back screaming in pain, while everyone present, watched as the sword moved in the air stuck in a clown-shaped shadow.

The man got between Sofia and David and strengthened the chain made by the guys. He was dressed in black, he had an apron, a sash that crossed his chest and a kind of cap, with the symbol of the squad and the compass. It was Martin, the Venerable Master of the Temple and David's uncle.

—Finish the ritual now. —Said Martin.

When the boys finished the ritual, the atmosphere totally changed, everything felt calm, without heaviness.

—Is everyone okay? —Martin asked.

—Yes, we're all fine.— The guys answered.

—Well, guys, thanks to you and your work today, we got this demon out of Casanay forever. I'll buy you an ice cream.—Said Martin cheerfully, as he passed his arm over his nephew's shoulder.

Thank you for reading me.

Fernando, miraba la vieja casa desde la acera, acababa de bajarse del carro de su madre y estaba impresionado con el tamaño de la casona de la abuela. Él se tendría que mudar ahí, a esa casa, con sus quince años, debía dejar la ciudad de Caracas y venirse con su madre a vivir con su abuela, a un pueblo, debido a que sus padres se habían divorciado. Así que ahora viviría en Casanay, en el Estado Sucre.

—Saludos, mi bien amado. — Le dijo su abuela a Fernando, mientras lo besaba y lo abrazaba con fuerza.

—Hola mi terrón de azúcar, que bueno verte y tenerte cerca. — Le dijo con todo el cariño del mundo a su abuela.

—Hola mamá. — Le dijo Mariana a su madre mientras se abrazaban y se besaban.

—Pasen, están en su casa. Y tu muchacho, ven para que conozcas tu cuarto. — Dijo la abuela.

A Fernando le encantaba la casa de los abuelos, era enorme, una casa de la época de la colonia, tenía una plazoleta en el medio de los cuartos, y un pozo de agua que aún funcionaba, además en las columnas, había argollas para las hamacas y la cocina era enorme, además en la parte de atrás de la casa había un terreno con un jardín y árboles frutales.

Pero Fernando se sentía raro, ya que por la zona donde estaba la casa, había muy poco tránsito de vehículos y él se sentía muy raro, en un espacio tan grande, tan pacífico y con tanto silencio.

Fernando y su mamá, comenzaron su vida desde cero. Mariana, que es una bioanalista, consiguió trabajar en un laboratorio en el centro de la ciudad y Fernando, comenzó sus clases en el liceo y siguió jugando voleibol.

En el liceo, los amigos de Fernando, estaban hablando de la llegada de un circo itinerante que venía a la ciudad. Ahora el circo estaba en la capital del Estado, en Cumaná, pero de ahí pasaría a Casanay y otras ciudades y pueblos.

Carla, una de las compañeras de clase de Fernando, al escuchar que venía el circo, se asustó, y le dijo a los muchachos que ella prefería que no viniera a la ciudad.

Al preguntar la razón de ese rechazo, Carla, le recordó a sus compañeros, que hacía cinco años que había habido una desgracia en el pueblo, cuando uno de los payasos del circo, que era un hombre malo, según decía la gente del pueblo, se enamoró de una muchacha y trató de llevársela, sin que ella lo quisiera.

Eso provocó, que el payaso secuestrara a la muchacha y cuando llegó la policía, al verse acorralado, él trató de correr por el monte de noche para escaparse, y se cayó por las quebradas y terminó ahogándose, pero antes de que lo arrastrará el agua, él juró que se vengaría del pueblo y de los jóvenes que estuviesen de novios en Casanay.

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Fernando y todos los demás muchachos, se vieron la cara y después se rieron, y le dijeron a Carla que no se preocupara, y le recordaron, que faltaban como dos meses para que el circo llegara a su ciudad si seguía su recorrido, por lo que no valía la pena, asustarse desde ahora.

Fernando estaba enamorado de Carla, y a ella le gustaba Fernando, y terminaron siendo novios. Ellos siempre se iban juntos del liceo y Fernando, siempre la acompañaba a su casa.

Un día, después de salir de clases, Carla le comentó al grupo de amigos, que había soñado con un payaso que la perseguía. Pero antes de terminar de contar su sueño, Sofía, la novia de David, también comentó que había tenido una pesadilla con un payaso.

Al final del encuentro, cuando los muchachos se fueron para sus casas, Carla le comentó a Fernando: —Sabes, realmente tengo miedo, ese sueño fue muy feo, y para la semana que viene, llega el circo, y está lo de la maldición del payaso. —comentó Carla, asustada.

—No te preocupes, es que estás predispuesta, por todas las cosas que te han dicho y los cuentos que has oído. Nada va a pasar. — Le dijo Fernando, mientras le daba un beso de despedida.

Mientras Fernando, iba para su casa, comenzó a llover y cada vez lo hacía con más fuerza, de hecho, se levantó una tenue neblina en la ciudad. Y cuando Fernando estaba por llegar a su casa, vio en medio de la neblina la figura de un payaso, y después escuchó una risa gélida y sonidos espeluznantes.

Fernando miraba con los ojos desorbitados, hacia la calle donde él veía al payaso, y en ese momento, se escuchó una corneta de auto, que hizo brincar y gritar a Fernando de miedo.

Al mirar hacia la calle, vio a su mamá en el carro, y se montó con ella para ir a su casa. En la cena, Fernando le comentó a su mamá y su abuela, la experiencia que tuvo en la lluvia, y les comentó que había creído haber visto un payaso en medio del aguacero.

Su abuela y su mamá, no hicieron mucho caso a la experiencia de Fernando y le dijeron que no se preocupara, que posiblemente fue una mala visión provocada por la lluvia.

En la noche, Carla llamó a Fernando por el celular, y le comentó que Sofía, la había llamado y le había contado que había visto al payaso caminando por la calle, bajo la lluvia cerca de su casa.

Fernando le contó a Carla su experiencia y ambos se llenaron de temor, pero decidieron reunirse con el grupo, comentar lo que les había pasado y buscar una solución.

En la noche, cuando Fernando se acostó a dormir, vio como el payaso se aparecía en sus sueños, el payaso tenía una sonoriza espeluznante, los dientes de la mandíbula de abajo estaban deformes, y los colmillos superiores, salían sobre los labios, además la pintura de su cara era de colores oscuros, negro, gris, marrón y su pelo, era blanco, pero con mechones rojos, y en el sueño, el payaso, olía muy mal.

Cuando el payaso se le acercó en el sueño a Fernando, este quitó la cara por el mal olor que despedía el payaso.

—No te gusta mi olor, Fernando. Ese olor es maravilloso, es un olor a podrido, que se genera con las mechas de sangre, de cada uno de los amantes que he matado en este pueblo. —dijo el payaso, mientras reía.

En el sueño, Fernando corrió para alejarse del payaso, pero el payaso siempre estaba detrás de él riendo y amenazándolo, hasta que Fernando llegó a un callejón en donde no tenía cómo escaparse, y vio cómo el payaso, se acercó para agarrarlo.

En ese momento, Fernando sintió unas manos en su pecho, y abrió los ojos pegando gritos de terror, hasta que se dio cuenta, de que la persona que lo había tocado era su madre, para despertarlo para que fuese al liceo.

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Mariana vio a Fernando temblando de miedo, bañado en sudor y con las sabanas fuera de la cama, lo que le indicaba la cantidad de movimientos que había hecho Fernando en la noche.

—Qué te pasa hijo. — Preguntó Mariana preocupada.

—No es nada mamá. Fue solo una pesadilla. — dijo Fernando.

En el liceo, todos los muchachos del grupo, habían tenido una pesadilla que involucraba al payaso, y todos tenían miedo. Pero Martha, una de las muchachas del grupo, les comentó que su hermano, fue uno de los policías que trabajó en el caso del payaso y des secuestro de la muchacha. Y el grupo decidió ir a hablar con él e investigar todo lo referente al payaso.

Al hablar con el hermano de Martha, otros policías y el psicólogo de la policía, se enteraron de que el payaso que secuestro a la muchacha era un hombre realmente malo y medio loco, que desde pequeño había sido atormentado psicológicamente por su madre, y había estado en un manicomio, hasta que lo dieron de alta.

Después de varios trabajos, se metió a ser payaso, pero cuando investigaron los policías, resultó que Joaquín, el payaso, se había metido en el circo para estar cerca de los niños, ya que quería secuestrarlos, para llevarlos a un culto satánico local al cual pertenecía.

En ese momento, los muchachos se dieron cuenta, de que el payaso no era un espanto, sino que era un demonio. Un demonio que se fortalecía con su miedo y que cada vez tenía más fuerza, debido a que ellos tenían más miedo, por eso se les aparecía a todos en los sueños, e intentaba tocarlos, ya que al tocarlos les robaba su energía y él se hacía más fuerte.

Fernando y el resto de los muchachos del grupo, decidieron ver como derrotar al payaso, así que se dividieron, un grupo fue a la iglesia, otro fue a hablar con unos espiritistas y la otra parte del grupo se fue a la biblioteca.

Después de toda la investigación, unieron todos los puntos comunes, y llegaron a la conclusión, de que debían hacer que el payaso, fuese a un lugar consagrado y hay debían enfrentarlos todos juntos, uniéndose, superando sus miedos, y haciendo un ritual que aparecía en un libro de magia blanca que habían conseguido, para así liberar el alma de Joaquín y sacar de una vez a ese demonio de su pueblo.
Ellos sabían, que no podían llevar al payaso a la iglesia, ya que él nunca entraría, tampoco lo podían llevar al cementerio, ya que era muy lejos, así que decidieron, hacerlo, llegar a la Logia Masónica, que estaba en la parte de atrás de la casa del tío de David y ahí enfrentar al payaso.

En la noche, Fernando y David, estaban caminando solos por el pueblo, y en las sombras que reflejaban las luces de un farol de la calle, vieron la sombra desfigurada y aterradora de un payaso, que mostraba las garras en las manos y producía unos ruidos espantosos.

Fernando Y David, confrontaron el payaso y se burlaron de él, una y otra vez, mientras se iban dirigiendo al templo masónico, sin correr, pero tampoco iban muy despacio, ellos sabían que el payaso los seguía, ya que se veía su sombra desfigurada en las aceras, aunque no le veían a él.

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Cuando los muchachos llegaron a la esquina de la casa del tío de David, ambos salieron corriendo como almas perseguidas por el diablo, directo al templo masónico, y cuando entraron corriendo, casi se llevaron una mesa o una especie de altar que estaba en el medio del templo.

Se detuvieron agotados, pero se dieron cuenta de que la trampa funcionó, ya que todos los presentes, vieron las garras y la figura del payaso, que se reflejaban en el piso de mosaico de la logia, que solo estaba iluminada con velas.

En ese momento, el resto de los muchachos cerraron las puertas del templo, y el payaso, quedó encerrado en un lugar consagrado. Después, los chicos se unieron en una especie de cadena humana formando un círculo, y comenzaron a realizar el ritual que habían leído.

Mientras hacían el ritual, el templo se llenó de malos olores, se veían imágenes extrañas, se escuchaban gritos de niños y niñas, que habían sido atormentados en sueños por el payaso y se escuchaba la voz lúgubre y maliciosa del demonio, en que se había convertido el payaso.

A medida que avanzaba el ritual, el payaso se ponía cada vez más feroz y los muchachos, sabían que pasara lo que pasara, no se podía romper la cadena, debido a que de romperse el demonio del payaso escaparía y se haría más fuerte.

—David, ayúdame. — Grito Sofía.

—Qué pasa Sofía. — dijo David.

—Siento cómo trata de romperme los brazos, no podré soportarlo más. —Dijo Sofía llorando.

—No rompan la cadena, o el demonio escapará. —Comentó Carla angustiada.

—Ya no puedo. —Dijo Sofía, sacando fuerzas de donde no tenía, para sostenerse y aguantar el dolor.

En ese momento, cuando Sofía estuvo a punto de romper la cadena, se escuchó la vos fuerte de un hombre, que increpó al payaso y nombro “Al Gran Arquitecto del Universo” clavando un espada a la figura que estaba frente a Sofía, que se echó atrás gritando de dolor, mientras todos los presentes, observaban como la espada se movía en el aire clavada en una sombra con forma de payaso.

El hombre se metió entre Sofía y David y fortaleció la cadena hecha por los chicos. Él estaba vestido de negro, tenía un mandil, una banda que le cruzaba el pecho y una especie de gorro, con el símbolo de la escuadra y el compás. Era Martín, el Venerable Maestro del Templo y el tío de David.

—Terminen el ritual ahora. — Dijo Martín.

Cuando los muchachos terminaron el ritual, el ambiente cambió totalmente, todo se sentía tranquilo, sin pesadez.

—¿Están todos bien? —preguntó Martín.

—Sí, todos estamos bien. — Contestaron los muchachos.

—Bueno muchachos, gracias a ustedes y su labor de hoy, sacamos para siempre a este demonio de Casanay. Les invito un helado. — Dijo Martín alegre, mientras le pasaba el brazo por el hombro a su sobrino.

Gracias por leerme.

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