REMEDIOS PARA EL ALMA (24)

Recuerda:

"Y ahí estoy de nuevo, como preso, esclavo de esa situación recurrente que solo está ocurriendo en mi mente, pero es tan vívida que siento correr un sudor frío por todo mi cuerpo.

Aunque no quise, estoy atascado, detenido con todos mis sentidos y fuerza al límite, en un suelo rocoso, cuesta arriba, pechando, empujando un carro en su totalidad hecho de madera, cargado de piedra bola casi hasta rebalsar.

Con una de las rodillas en tierra y la otra flexionada, contraída, y no puedo salir de esa maldita posición en que caí, fruto del cansancio extremo. Mi hombro está clavado literalmente a una de las tablas superiores que sostienen las piedras.

Duele, cada músculo de mi cuerpo, y además sienten que ya no va más. Listo, vamos que caiga, que ruede cuesta abajo, se terminó. Si bien la meta que me impuse vale la pena, pero ya es demasiado. Mi hombro sangra, mi rodilla sangra.

Y es ahí, justo ahí, cuando todo empieza a desmoronarse, cuando acuden a mis pensamientos de fuerza, que leí o me dijeron o vi en cine o televisión. Cómo la imagen de John Rambo cazando su comida con las manos y cociendo sus heridas.

Como Popeye consumiendo espinacas para tener fuerza y pelear con Brutus y rescatar a Olivia. O esa de que los toros jóvenes son puestos a prueba detrás de la plaza central por varios jinetes montados a caballo, los pican con lanzas, para determinar su bravura.

Si a pesar del inmenso dolor que se les inflige siguen atacando al caballo para derribar al jinete y así cornearlos en venganza, ese será el elegido para pelear a muerte con el torero.

Y así, después de soltar un grito de furia, logro que mi pierna flexionada adquiera la fuerza muscular para lograr que la otra se despegue del piso y dar un paso más, y luego otro, y otro.

Que ahora me siento Sansón derribando las columnas de mis propios límites.
Cuando hacer lo posible no alcanza, llegó la hora de sacar fuerza de no sé dónde y hacer lo imposible.

Sé fehacientemente que tú podrás. ¿Y quieres saber cómo lo sé? Simplemente, Porque "Dios no hace porquerías, ya que me hizo a mí".