🇪🇸|🇬🇧 Respeto, Amor y una Silla Rota • Respect, Love and a Broken Chair.

Recuerdo que cuando era niño mi papá tenía, en su estudio, un sillón que nadie, pero nadie, podía tocar. No es que fuera tallado en caoba o alguna reliquia, pero él la usaba para leer, trabajar y, según decía, pensar en los grandes misterios de la vida.

Para nosotros, mis hermanos y yo, esa silla era el trono de un rey.

Y claro, como todo lo prohibido es llamativo, uno siempre quiere probar a ver qué pasa, y bueno todo iba bien hasta que un día, en mi infinita curiosidad infantil, se me ocurrió que esa era la silla perfecta para jugar a ser piloto de carreras.

Me subí, me acomodé, le metí toda la emoción, un brinco aquí otro allá y de repente... ¡crack!. La silla se rompió.

Yo me quedé frío. Sabía que mi papá no me iba a pegar el grito del siglo ni nada, pero igual sentí un respeto tan profundo que supe que tenía que enfrentar las consecuencias. No era miedo de esos que te hacen salir corriendo, sino más bien ese tipo de respeto que te hace pensar: "Uy, la embarré".

Y ahí es donde me di cuenta de algo. Así es el temor a Dios.

¿Pero qué es eso de temer a Dios?

A ver, cuando la Biblia habla del "temor a Dios", no está diciendo que debemos estar aterrorizados de Él como si fuera un monstruo que está esperando que metamos la pata para castigarnos. No, el temor a Dios es más bien un respeto profundo, una mezcla de admiración y obediencia.

Respetar algo o a alguien no significa tenerle miedo.

Mira lo que dice la Biblia: "El principio de la sabiduría es el temor de Jehová" (Proverbios 9:10).

Esta muy claro, si quieres ser sabio, lo primero que tienes que hacer es entender quién es Dios y respetarlo. Porque si reconoces quién es Él y vives conforme a eso, vas a tomar mejores decisiones.

Imagina que vas manejando y ves una señal de “Curva peligrosa, reduzca la velocidad”. No es que el letrero te quiera fastidiar la vida, es que está ahí para evitar que te estrelles. Bueno, así son las instrucciones de Dios.

Jesús lo explicó bien claro: "No teman a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; más bien teman a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno" (Mateo 10:28).

O sea, si hay alguien a quien realmente deberíamos prestar atención, es a Dios. Pero no porque nos quiera destruir, sino porque Él es el único que tiene en sus manos nuestra vida entera.

Además puedo asegurarte que cuando aprendemos a temer a Dios, pasan cosas tremendas:

• Nos alejamos del mal porque entendemos que no nos conviene.

• Nos volvemos más sabios porque sabemos en quién confiar.

• Vivimos en paz porque sabemos que estamos en buenas manos.

Ahora volvamos a la historia de la silla.

Estaba listo para el castigo del año cuando mi papá vio la silla rota, pero en lugar de gritarme y castigarme me miró y me dijo calmadamente:

Sabías que esto podía pasar ¿verdad?

Yo tragué saliva y asentí con una vergüenza horrible, sentía que había defraudado la confianza que mi papá había puesto en mi.

Hijo, no es que no quiera que disfrutes de las cosas, me dijo pausadamente mientras me abrazaba, pero hay cosas que tienes que aprender a respetar.
Esa frase se me quedó grabada para toda la vida.

Respetar algo o a alguien no significa tenerle miedo, sino entender su valor y actuar en consecuencia de ello. Y exactamente eso es temer a Dios.

Así que la próxima vez que escuches sobre el temor a Dios, no pienses en un Dios enojado con ganas de castigarnos. Piensa en un Padre que nos ama tanto, pero tanto, que nos da reglas para cuidarnos y guiarnos.

Y es que al final el temor a Dios no es andar con miedo, sino vivir con sabiduría.