La vida es dura, pero también es otras cosas.
Y de las durezas de la vida he escuchado y vivido varias historias: pérdidas, duelos, traiciones, desgracias, corazones rotos...
Situaciones que en ocasiones nos toman por sorpresa, no esperábamos y en el camino intentamos aprender de ellas, cómo sobrellevarlas, procesarlas, aceptarlas.
Puede dar la impresión de que lo imprevisto no llega en forma de buenas noticias, sino de malas. No es tan así, pero de alguna forma, nuestra mente le da más prioridad a lo negativo. Es adaptativo, para protegernos de las amenazas.
Las "buenas noticias" a veces llegan en el formatato de estabilidad: no carecer de algo, sino tenerlo durante un buen tiempo. La salud es una de estas buenas noticias, por ejemplo. Pero no solemos darnos cuenta de ella, ni agradecerla, hasta que ya no la tenemos, o alguien cercano no la tiene. Nuevamente, en la carencia, la falta o el peligro, podemos estar más atentos.
Si sabemos que nuestro cerebro funciona de esta forma en específico, ¿qué podemos hacer para que lo positivo tenga más relevancia y peso en nuestras vidas? ¿Cómo podríamos estirar, disfrutar y, sobre todo, vivir la satisfacciones y alegrías a plenitud?
Una forma es siendo más consciente de lo que tenemos, y menos de lo que no tenemos (a finde de cuentas, siempre algo puede faltarnos).
Agradecer por lo que ha permanecido con nosotros a lo largo del tiempo, y hemos cuidado y protegido y nos cuida y protege de vuelta: la familia, los amigos, la pareja.
Otra respuesta a esta pregunta es propiciarnos esos momentos de goce y disfrute.
En el corre corre de la vida cotidiana, puede parecer que simplemente no podemos. Ciertamente, los horarios y condiciones personales variarán de persona a persona. Sin embargo, esos espacios para las emociones bonitas no tienen que venir asociados a grandes planes. A veces algo pequeño, pero significativo y valioso puede darnos los mismos niveles de felicidad.
La invitación es que, cada uno desde su propio lugar, pueda propiciarse estos espacios. Hay mucho del presente que vivir y disfrutar. Y si no llega de forma sorpresiva (aunque a veces si, solo que no estamos tan atentos para notarlo) pues busquémoslo por nuestros propios medios.
Expandamos el bienestar y la alegría a partir de acciones pequeñitas pero significativas para nosotros.
Y con esto, cierro la reflexión de este domingo. No sin antes preguntarles, ¿qué píensan al respecto?
Life is hard, but it is also other things.
And of the hardness of life I have heard and lived several stories: losses, duels, betrayals, misfortunes, broken hearts....
Situations that sometimes take us by surprise, we did not expect and along the way we try to learn from them, how to cope with them, process them, accept them.
It may give the impression that the unexpected does not come in the form of good news, but in the form of bad news. It is not so, but somehow, our mind gives more priority to the negative. It is adaptive, to protect us from threats.
Good news” sometimes comes in the format of stability: not lacking something, but having it for a good time. Health is one such piece of good news, for example. But we are not usually aware of it, or grateful for it, until we no longer have it, or someone close to us does not have it. Again, in lack, lack or danger, we can be more attentive.
If we know that our brain works in this specific way, what can we do to make the positive have more relevance and weight in our lives? How could we stretch, enjoy and, above all, live the satisfactions and joys to the fullest?
One way is to be more aware of what we have, and less aware of what we don't have (after all, something may always be missing).
To be grateful for what has remained with us over time, and we have cared for and protected and it cares for us and protects us in return: family, friends, partners.
Another answer to this question is to give ourselves those moments of joy and enjoyment.
In the run around of everyday life, it may seem that we simply cannot. Certainly, personal schedules and conditions will vary from person to person. However, those spaces for beautiful emotions do not have to be associated with big plans. Sometimes something small, but meaningful and valuable can bring us the same levels of happiness.
The invitation is that everyone, from his or her own place, can provide these spaces. There is much of the present to live and enjoy. And if it does not come as a surprise (although sometimes it does, we are just not so attentive to notice it), let's look for it by our own means.
Let's expand wellbeing and joy from small but significant actions for us.
And with this, I close this Sunday's reflection. But not before asking you, what do you think about it?
Todas las imágenes de esta publicación son de mi autoría, editadas en snapseed. El contenido también es original y propio.
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