La familia elegida. El valor de las verdaderas amistades. ESP/EN

Pront: La mejor camarilla.

Si algo he aprendido en la vida, es que en ella uno tiene dos familias: aquella con la que uno nace y otra que va escogiendo y formando a la medida que uno crece y avanza en la creación y el desarrollo de su vida personal.

La diferencia fundamental de estas dos familias es muy simple: una es impuesta por la vida, madre, padre, tíos, hermanos, primos y todos los lazos familiares conocidos; algunas veces esa familia es muy buena y en otras ocasiones es muy mala, pero es la familia que uno recibe al nacer y no puede ser escogida.

Mientras que hay otra familia, que es la que uno escoge, la que uno crea a través de las amistades, de las vivencias y los procesos que uno vive día tras día, en este hermoso cúmulo de grandes experiencias, buenas y malas, saludables e insanas, agradables y tristes, que llamamos vida.

Y lo cierto es que, en muchos casos, la familia que uno escoge es mucho mejor para uno que aquella con la que uno nace; con esa nueva familia, en muchas ocasiones hay mayor comunicación, mayor confianza y mejor relación en todos los ámbitos de la vida.

De ahí nacen las camarillas, los camaradas, los compañeros de lucha y de vida que están con uno siempre sin importar las situaciones o circunstancias que se presenten; son los verdaderos amigos, aquellos con los que se comparte, se juega, se pelea, se les confía todo y que siempre están ahí cuando se les necesita.

Y esta familia escogida es muy pequeña y es muy selectiva. En mi caso personal, yo soy persona de muchos conocidos, pero de muy pocos amigos; de hecho, mis amigos reales e incondicionales se cuentan con los dedos de una mano, pero son amistades longevas, donde ya uno es más familia que cualquier otra cosa.

Para dar un ejemplo, les comentaré que Rafael y yo tenemos 52 años de amistad; estamos juntos desde que existían los llamados preparatorios, antes de que nacieran los famosos “kindergarten”, que para mí no son más que un cambio de nombre de preparatorio o preescolar de nuestra niñez.

Del mismo modo, mi amistad con otros compañeros pasa de los 30 años, y no hay nada más divertido para nosotros que el día que se reúne la camarilla y nos llenamos de recuerdos de toda una vida, en medio de una parrilla o un sancocho criollo.

En fin, una verdadera camarilla es uno de los regalos más hermosos que nos da la vida y por el cual debemos dar las gracias día a día.

Pront: The best clique.

If I have learned anything in life, it is that in it one has two families: the one with which one is born and the other one that one chooses and forms as one grows and advances in the creation and development of one's personal life.

The fundamental difference between these two families is very simple: one is imposed by life, mother, father, uncles, brothers, cousins and all the known family ties; sometimes that family is very good and at other times it is very bad, but it is the family that one receives at birth and cannot be chosen.

While there is another family, which is the one that one chooses, the one that one creates through the friendships, the experiences and the processes that one lives day after day, in this beautiful accumulation of great experiences, good and bad, healthy and unhealthy, pleasant and sad, that we call life.

And the truth is that, in many cases, the family one chooses is much better for one than the one one is born with; with that new family, on many occasions there is greater communication, greater trust and better relationship in all areas of life.

That's where the cliques, comrades, comrades in struggle and life are born, who are always with you no matter the situations or circumstances that arise; they are the true friends, those with whom you share, play, fight, are entrusted with everything and who are always there when you need them.

And this chosen family is very small and is very selective. In my personal case, I am a person of many acquaintances, but of very few friends; in fact, my real and unconditional friends are counted on the fingers of one hand, but they are long-lasting friendships, where one is already more family than anything else.

To give an example, I will tell you that Rafael and I have been friends for 52 years; we have been together since the so-called preparatory schools existed, before the famous “kindergarten” was born, which for me are nothing more than a change of name from the preparatory or preschool of our childhood.

In the same way, my friendship with other comrades passes the age of 30, and there is nothing more fun for us than the day the clique meets and we are filled with memories of a lifetime, in the middle of a grill or a Creole sancocho.

In short, a true clique is one of the most beautiful gifts that life gives us and for which we should give thanks every day.