Pancho era un niño de esos que abundan en el universo: inocente, bien portado, humilde y con una imaginación tremenda. Aunque vivía en una zona empobrecida, no había día en el que Pancho no amaneciera con una sonrisa en el rostro. Brincaba como brincan los conejos o como los peces voladores, si es que en alguna parte del universo existen peces que vuelan.
Los pocos recursos de sus padres no daban para comprar juguetes, pero eso no era obstáculo para que Pancho se divirtiera: con las cajas de cartón de leche y algo de tela y periódico, hacía un balón con el que se imaginaba que jugaba en el Camp Nou de Barcelona y que él era Messi detrás del balón. También, tomaba un palo de madera y corría sobre él, como si el trozo de madera fuera un caballo y él el más experto de los jinetes.
Cuando llegó la navidad, su madre y él salieron a vender panes. Los padres de Pancho sabían que la navidad era la mejor época para vender. La gente compraba y compraba, aunque al final no necesitaran lo que adquirían. Iban caminando, pero luego la madre decidió detenerse frente a un gran local donde vendían electrodomésticos. Lo primero que vio Pancho fueron los grandes televisores: en uno de ellos transmitían El Chavo del 8 y Pancho no lo dudó, se paró frente a la vidriera.
En el capítulo, Don Barriga hacía una cena navideña e invitaba a todos los de la vencidad. Pancho reía como nunca y la madre lo miraba desde donde estaba y también sonreía porque la risa de Pancho era contagiosa como cualquier sonrisa de niño. Al final, el Chavo quería ser un pastor de los que habían estado en el nacimiento del niño Jesús y Pancho se imaginó que aquello debía haber sido una fiesta, donde tal vez habrían repartido jugos y sandwich, y entonces Pancho también quiso ser un pastor.
Al regreso, cuando caminaban a su humilde casa, Pancho le dijo a su mamá:
_El Chavo es un niño con mucha suerte. A veces quisiera ser como él. La madre quedó sorprendida por la confesión infantil e inmediatamente le preguntó:
_¿Por qué quieres ser como el Chavo del 8?
_Porque estuvo en una cena navideña y yo no sé qué es eso. Aquel día, los padres de Pancho se sentaron alrededor de la precaria mesa y aunque comieron pan con algo de queso, le dijeron que aquello era una cena con deliciosos manjares y Pancho, como siempre, fue feliz imaginando todas las delicias que saboreaba y con una sonrisa, murmuraba:
_Si fuese pastor, le llevaría un poco al niño Jesús. Espero que él también tenga una cena como el Chavo y yo.
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Just like Chavo del 8 Christmas
Pancho was one of those children that abound in the universe: innocent, well-behaved, humble and with a tremendous imagination. Although he lived in an impoverished area, there wasn't a day that Pancho didn't wake up with a smile on his face. He hopped like rabbits hop or like flying fish, if there are flying fish anywhere in the universe.
His parents' meager resources were not enough to buy toys, but that was no obstacle for Pancho to have fun: with milk cartons and some cloth and newspaper, he made a ball with which he imagined he was playing in Barcelona's Camp Nou and that he was Messi behind the ball. Also, he would take a wooden stick and run on it, as if the piece of wood was a horse and he was the most expert of riders.
When Christmas came, he and his mother went out to sell bread. Pancho's parents knew that Christmas was the best time to sell. People bought and bought, even if in the end they didn't need what they bought. They were walking along, but then the mother decided to stop in front of a large store where they sold appliances. The first thing Pancho saw were the big TV sets: one of them was showing El Chavo del 8 and Pancho didn't hesitate, he stopped in front of the window.
In the chapter, Don Barriga made a Christmas dinner and invited everyone in the neighborhood. Pancho laughed like never before and his mother watched him from where he was and also smiled because Pancho's laughter was contagious as any child's smile. In the end, Chavo wanted to be one of the shepherds who had been at the birth of the baby Jesus and Pancho imagined that it must have been a party, where maybe they would have handed out juices and sandwiches, and then Pancho also wanted to be a shepherd.
On the way back, when they were walking to their humble house, Pancho told his mother:
_El Chavo is a very lucky boy. Sometimes I wish I could be like him. The mother was surprised by the child's confession and immediately asked him:
_Why do you want to be like El Chavo del 8?
Because he was at a Christmas dinner and I don't know what that is. That day, Pancho's parents sat around the precarious table and although they ate bread with some cheese, they told him that it was a dinner with delicious delicacies and Pancho, as always, was happy imagining all the delicacies he tasted and with a smile, he murmured:
_If I were a shepherd, I would take some to the baby Jesus. I hope he also has a dinner like Chavo and me.
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