Hoy salí sin rumbo fijo, sólo con la idea de perderme un rato por esas callecitas que me encantan. No sé qué tienen los adoquines y las fachadas de colores que me hacen sentir como en una película antigua. Y aunque el mundo iba rápido, yo me di el lujo de ir lento, de mirar, de respirar y de sonreír sin razón.
A veces, lo único que necesitamos para reconectar con nosotras mismas es un paseo sin plan, un ratito con el viento jugando en el cabello y un corazón abierto a lo que venga. No fue un gran viaje, ni una aventura épica... pero me devolvió una calma que extrañaba.
For the best experience view this post on Liketu