Hoy salí sin planes, con una de esas ganas de simplemente estar. A veces no se necesita más que una caminata, una sudadera cómoda y dejarse llevar por el ritmo de la calle. El sol se asoma tímido entre los edificios, y en cada paso encuentro algo que me hace sonreír sin darme cuenta.
Me gusta este tipo de días porque no exigen nada, pero me dan mucho. Me permiten escucharme, observar, y soltar la prisa. Aprender a disfrutar lo sencillo ha sido uno de los mejores regalos que me he dado.
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