La tierra de los sueños // Dreamland

Hola querido hiver.

¿Me crees si te digo que he estado en la tierra de los sueños? ¿Y si te cuento que me puedes acompañar a recorrerla durante unos minutos?

En el lugar en el que vivo he descubierto este lugar mágico lleno de luces, música e ilusión.

Tras cruzar el arco vegetal me encontré con un precioso tren de estilo clásico y pintado de llamativos colores. En el centro del circuito, diferentes figuras alusivas a las festividades navideñas.

El soldado vigilaba la estación para que no se colara ningún adulto. ¡Este tren es solo para los niños!

Al dar media vuelta, me topé con un árbol de Navidad gigante que actuaba de eje central. Al seguir caminando, algo me llamó la atención: ¿ese señor vestido de rojo no es...?

¡Sí! ¡Papá Noel! Bueno, en realidad era un muñeco, pero estaba junto a la puerta de su casa. Un amable elfo nos invitó a pasar. Papá Noel había salido a comprar regalos para los niños y no sabía cuándo regresaría.

Lo que más me sorprendió fue que compartimos marca de pasta de dientes, jajaja.

Todo estaba ordenado y limpio, su casa es sencilla aunque bonita y acogedora. Algo antiguos los muebles y adornos, eso sí.

Papá Noel se había dejado los patines y esquíes, por lo que imaginé que debió marcharse en el trineo.

Desde la casa hay una vista privilegiada de toda la tierra de los sueños. Esa tarde no había muchos visitantes y, aún así, había cola para hacerse una foto delante del árbol central.

Rodeando el árbol, lo siguiente que encontré es un circuito de renos eléctricos. El único niño que había tenía la pista entera para circular como quisiera.

Por último, un carrusel de dos alturas y de estilo romántico daba vueltas y más vueltas. Eso, combinado con las luces, empezó a ejercer su efecto en mí. Se acumulaban las emociones, el cansancio y el bombardeo de estímulos. Era momento de regresar a casa.

Crucé de nuevo el arco vegetal, muy feliz de haber llevado conmigo el móvil para conservar la prueba de que sí, estuve allí. En la tierra de los sueños.

Hasta la próxima publicación. Mientras tanto, ¡cuídate!

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Hi, dear hiver.

Do you believe me if I tell you that I have been to dreamland? And if I tell you that you can accompany me for a few minutes?

Where I live I have discovered this magical place full of lights, music and illusion.

After crossing the vegetal arch I came across a beautiful train in a classic style and painted in bright colours. In the centre of the track, different figures alluding to the Christmas festivities.

The soldier guarded the station so that no adult could enter. This train is for children only!

As I turned around, I came upon a giant Christmas tree acting as a central hub. As I continued walking, something caught my eye: isn't that man dressed in red...?

Yes! Santa Claus! Well, he was actually a doll, but he was standing by the door of his house. A kindly elf invited us in. Santa had gone out to buy presents for the children and he didn't know when he would be back.

What surprised me the most was that we shared the same brand of toothpaste, hahaha.

Everything was tidy and clean, his house is simple but nice and cosy. The furniture and decorations are a bit old, though.

Santa Claus had left his skates and skis behind, so I imagined he must have left in the sleigh.

From the house there is a privileged view of the whole dreamland. There were not many visitors that afternoon, but there was still a queue for a photo in front of the central tree.

Surrounding the tree, the next thing I found was an electric reindeer track. The only child there had the whole track to ride as he wished.

Finally, a two-high, romantic-style carousel went round and round. That, combined with the lights, began to have an effect on me. Emotions, tiredness and the bombardment of stimuli were building up. It was time to go home.

I crossed the archway again, very happy to have taken my mobile phone with me to keep the proof that yes, I was there. In the land of dreams.

Until the next post. In the meantime, take care!

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