Intento ser muy crítica sobre las cosas que investigo, pienso y digo. Creo que en eso consiste el ser capaz de ponerse en el "lugar del otro" para buscar comprender las cosas no únicamente a través de mis propios zapatos, sino, hacerle una lectura desde diferentes escenarios y posibilidades. Eso hace que, en ocasiones, pensamientos divergentes lleguen a mi al mismo tiempo, como "qué genial esta información" y "claro que esto no lo puede aplicar todo el mundo"
Eso me sucedió cuando leí en un portal en internet sobre el término slow living, o como podría ser su traducción al español "vivir espacio". Este es un modo de vida en el que las personas se centran más en la calidad del tiempo que tienen y el momento presente, y le restan importancia al ajetreo, el exceso de trabajo y las posesiones materiales.
Los que promueven el slow living destacan las ventajas de centrar nuestra atención en lo esencial de la vida, la familia, la felicidad, el tiempo de conexión con uno mismo y con otros. Hablan de una mayor sensación de bienestar, tanto física como mental, y una disminución de los niveles de estrés y ansiedad. El trabajo y la sobreexigencia excesiva pasan a un segundo plano, el tener no tiene tanta importancia como el ser y el estar.
En la teoría suena muy bonito, en la práctica, realmente no sé que tan aplicable pueda ser en la vida actual. Anteriormente he mencionado las exigencias del mundo presente y cómo los jóvenes podemos sentir que nos "quedamos atrás" si no logramos cumplir con esta lista mental que nos han inculcado socialmente: mínimo tener un pregrado, conseguir un buen puesto de trabajo, ganar bien en ese trabajo y sino, buscar otros dos más, emprender, construir tu marca personal, aprender a usar las tecnologías actuales y redes sociales, manejar varios idiomas, tener una familia, tener hijos... ¿Cómo podemos implementar el slow living los jóvenes de hoy en día? ¿Es una posibilidad real? En medio de todas estas exigencias sociales, me pregunto si el slow living no sería más bien una necesidad para reberlarnos ante tantas expectativas.
Pienso también en esa mamá soltera de 40 años que debe trabajar todo el día para mantener a sus hijos, o esos migrantes que, ni porque quisieran, pueden darse el lujo de ir con calma en el nuevo país al que han llegado, sabiendo todo lo que implica el mantenerse en un país que no es el suyo. Ambos casos ni siquiera trabajan tanto para llenarse de posesiones, lo hacen principalmente para vivir con lo básico.
Quizá se trate de ajustar este slow living a nuestras posibilidades, a la realidad en latinoamérica. Por ejemplo, renunciar a nuestro trabajo de 8:00 a 6:00 p.m puede que no sea una opción, pero quizás sí podamos limitar nuestro tiempo en redes sociales los fines de semana y usarlo para tener encuentros largos con nuestros seres queridos, disfrutar lentamente de una comida y poder conversar tranquilamente sin la sensación de prisa que suele perseguirnos.
Me encantaría saber tu percepción sobre el slow living. ¿Será un privilegio, una necesidad moderna o... algo más?
I try to be very critical about the things I research, think and say. I think that's what it means to be able to put myself in the "other's place" to try to understand things not only through my own shoes, but to read them from different scenarios and possibilities. That makes that, sometimes, divergent thoughts come to me at the same time, like "how great this information is" and "of course this can't be applied by everybody".
That happened to me when I read on an internet portal about the term slow living, or as it could be translated into Spanish "vivir espacio". This is a way of life in which people focus more on the quality of the time they have and the present moment, and downplay the importance of hustle and bustle, overwork and material possessions.
Those who promote slow living emphasize the advantages of focusing our attention on the essentials of life, family, happiness, time spent connecting with oneself and others. They speak of a greater sense of well-being, both physical and mental, and a decrease in stress and anxiety levels. Work and excessive overwork take a back seat, having is not as important as being and being.
In theory it sounds very nice, in practice, I really don't know how applicable it can be in today's life. I have previously mentioned the demands of the present world and how young people can feel that we are "left behind" if we fail to meet this mental list that has been socially instilled in us: at least have an undergraduate degree, get a good job, earn well in that job and if not, look for two more, entrepreneurship, build your personal brand, learn to use current technologies and social networks, handle several languages, have a family, have children.... How can today's young people implement slow living? Is it a real possibility? In the midst of all these social demands, I wonder if slow living might not be more of a necessity to rebalance ourselves in the face of so many expectations.
I also think of that 40 year old single mother who has to work all day long to support her children, or those migrants who, not even because they want to, can afford to go easy in the new country they have arrived in, knowing all that is involved in staying in a country that is not theirs. Both cases do not even work so much to fill themselves with possessions, they do it mainly to live with the basics.
Perhaps it is a matter of adjusting this slow living to our possibilities, to the reality in Latin America. For example, giving up our work from 8:00 to 6:00 p.m. may not be an option, but maybe we can limit our time on social networks on the weekends and use it to have long meetings with our loved ones, slowly enjoy a meal and be able to talk quietly without the feeling of rush that usually haunts us.
I'd love to know your perception of slow living - is it a privilege, a modern necessity or.... something else?
Todas las imágenes de esta publicación son de mi autoría, editadas en snapseed y canva. El contenido también es original y propio.
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Muy buenas tardes @sofiaquino98 !!
Yo soy uno de los que piensa que vivimos en un mundo que va a un ritmo difícil de mantener.
Como vos decís es muy difícil frenar el ritmo pero no imposible.
Si bien durante el año es mucha la carga horaria entre el trabajo, los horarios de la escuela, alguna actividad deportiva que hagan las pequeñas y demás tareas del hogar que muchas veces sentimos esa necesidad de sentarnos y decir, no quiero hacer más nada.
En lo personal si bien es complicado parar con muchas de las actividades ya que de ellas dependen la subsistencia y bienestar de la familia intento tomarme dos o tres veces por semana para salir a caminar o correr y despejar un poco esas tensiones y exigencias.
Creo que la actitud con que tomemos esas rutinas, la actividad física y un buen descanso puede ayudar a que podamos sentirnos mentalmente más relajados.
El único momento que tengo para vivir una vida lenta son las vacaciones donde el reloj y las rutinas desaparecen por completo.
Sin dudas debemos hacer una valoración de todas las actividades y rutinas que tenemos y hacer un análisis de beneficios y perjuicios traen en nuestras vidas.
Estoy seguro que algún día podré cumplir ese sueño de salir de viaje por tiempo indefinido y disfrutar cada lugar sin sentir el tic tac del reloj.
Te dejo un gran abrazo Sofi!!
Pablo, qué gusto leerte desde tu experiencia!
Siempre he pensado que los papás le hacen un poco de magia al tiempo al cumplir con varias actividades en un mismo día.
Me gusta, además, que comentas sobre esa responsabilidad que tienes no solo con tu familia sino también contigo mismo, de cuidarte física y mentalmente.
Pienso que no es fácil andar por la vida sin relojes, sobre todo, en la medida en que uno adquiere más responsabilidades. Tampoco sé verdaderamente que tan positivo y satisfactorio es, pues algo de la rutina y lo cotidiano también tiene su encanto. Pero definitivamente concuerdo contigo en la necesidad de tener momentos donde el tiempo no sea lo prioritario.
Gracias por leer y compartir este valioso comentario. Un abrazo hasta allá, espero pronto poder ir a Argentina!