Tim had been waiting in line for two hours to receive authorization for the hospital to treat his mother, who was suffering from cancer. Government policies had caused the healthcare system to collapse into administrative inefficiency and corruption. Now it was the patients who were suffering because of bad decisions and incompetence.

The long line moved slowly, and people with dull expressions stared at the horizon, begging to be out of that situation. One by one, people moved in sync, like the gears of a clock. Their eyes seemed soulless, and a few scattered words hinted at the humanity of those waiting in line.

Tim was desperate to get to the machine for a pass and receive a turn to be served by a cold bureaucratic employee. After a while, Tim was assigned a turn and felt his anxiety subsiding. Sitting in front of an electronic board, he waited in a single plea for his number to come up.

Exhaustion was wearing down the young man's will. His eyes began to glaze over. Sleep had overcome him after so many sleepless nights caring for his beloved mother...

“Young man, young man, it's your turn.” An elderly man nudged the young man.

“Ah, ah. I'm coming... Just a moment.” The agitated young man took his papers and ran quickly to the cubicle where he was to be seen.

A man with a cold, emotionless expression was waiting for the young man. “Good morning, sir, how can I help you?” The employee spoke in a slow, dull voice.

“Look, I have to authorize this treatment for my mother, who is in a delicate condition and it's urgent.” Tim addressed the employee in a desperate, almost pleading tone.

The employee looked closely at the papers and from time to time let out an almost guttural sound. He looked at his computer as he typed like a robot. He clicked the mouse and the sound seemed to fill the waiting room.

“There's a code here that's wrong. You have to go back to the hospital to get the correct code.” The employee returned the documents to Tim without making eye contact.

“That can't be possible. Look again. My mother's life is at risk.” Tim's face had turned as red as a tomato.

“I'm sorry. There's nothing I can do. Go to the clinic and have them fix the problem.” The employee looked coldly at Tim. “Next, please.”

“You don't understand, if I don't go with this authorization, they won't do anything for my mother and she will die. Check again.” Tim clenched his teeth.

“I already told you to go to the hospital and ask for a new code. Don't waste any more of my time, I have other people to attend to.” The employee gestured to the security guard.

“Check again. My mother is in danger, I don't have time to go back to the hospital and go through this absurd bureaucratic process again.” Tim stood up and grabbed the employee by the jacket.

“Security, security, get that man out of here!” the employee shouted desperately.

At that moment, everything turned into chaos. The guard pulled Tim away from the employee and took him out onto the street. The boy, beside himself, saw an opportunity to grab the guard's revolver and started shooting. Everyone, frightened, left the place.

Tim, with the revolver in his hand, went to find the employee, who was terrified, raising his hands and saying, “Don't hurt me. I have a family.”

“I also have a mother who is dying. Now, give me the authorization and I'll leave.” Tim pointed the gun at the employee's head.

“I'm coming, but don't hurt me. I beg you.” The man typed again, but his previous skill had been lost in the terror caused by the gun.

“That's how it is with you people. You have to resort to violence to get them to do their job.” Tim continued to point the gun at the employee's head.

“The authorization is ready, sir. The hospital has to treat your mother.” Sweat ran down the employee's forehead, and tears streamed from his eyes.

“Don't worry, I won't hurt you, I just want the authorization.” Tim ran out of the room.

At that moment, the police arrived and Tim started shooting. The police did the same, and the shootout became intense. Tim escaped as best he could and headed for the hospital.

He presented the authorization to the doctor, and they proceeded to treat his mother. After a few minutes, the police took over the hospital and the officers searched everywhere for the boy. Tim, seeing himself cornered, raised his hands and threw down his gun. The police came running, and he saw, as if on camera, one of the officers punch him, knocking him unconscious...

“Young man, young man, wake up, it's your turn.” An older man shook Tim.

“What happened? Where are the police?” Tim asked the older man in astonishment.

“You fell asleep, young man. Hurry up, they're calling you.” The man pointed to the cubicle.

Tim grabbed the papers and ran toward the employee, while the hours ticked away quickly...

Tim llevaba dos horas en la cola para recibir la autorización con la cual el hospital podría hacer el tratamiento a su madre que sufría de cáncer. Las políticas gubernamentales habían hecho que el sistema de salud colapse en una ineficiencia administrativa y corrupta. Ahora los pacientes eran los que sufrían debido a las malas decisiones y a la incompetencia.

La larga fila se movía lentamente, y las personas con sus rostros apagados miraban al horizonte, suplicando por salir de aquella situación. Uno a uno la gente se iba moviendo sincronizadamente, como los engranajes de un reloj. Los ojos de aquellas personas parecían carecer de alma y algunos esbozos de palabras avisaban sobre la humanidad de los que estaban haciendo la fila.

Tim estaba desesperado por llegar hasta el turno que le daría un pase para ser atendido por un frío empleado burocrático. Después de un tiempo, a Tim le asignaron un turno y sentía que su ansiedad iba bajando. Sentado frente a un tablero electrónico esperaba en una sola súplica que saliera su número.

El cansancio iba mellando la voluntad del muchacho. Los ojos empezaron a pasarle un mundo. El sueño lo había vencido después de tantas noches sin dormir cuidando a su adorada madre...

«Joven, joven, ya le toca pasar». Un hombre de avanzada edad movía al muchacho.

«Eh, eh. Ya voy... Un momento». El joven alterado tomaba los papeles y corría rápidamente hasta el cubículo donde lo iban a atender.

Un hombre de expresión fría y carente de emociones, esperaba al joven. «Buen día, señor, que se le ofrece». Una voz pausada y sin brillo esbozaba el empleado.

«Mire es que tengo que autorizar este tratamiento para mi madre, que está delicada y es de urgencia». Tim con un tono desesperado, casi suplicante se dirigía al empleado.

El empleado miraba detalladamente los papeles y de cuando en cuando soltaba un sonido, casi gutural. Miraba su computadora, mientras tecleaba como un robot. Hizo un clic que pareció inundar la sala de espera.

«Aquí hay un código que está mal, debe volver al hospital para que le den el código correcto». El empleado devolvía los documentos a Tim sin hacer contacto visual.

«Eso no puede ser posible, mire otra vez. La vida de mi madre está en riesgo». El rostro de Tim se había puesto tan rojo como un tomate.

«Ya le dije que vaya al hospital a pedir un nuevo código. No me quite más tiempo, debo atender a otra personas» El empleado hacía señas al guardia de seguridad.

«Vuelva a revisar. Mi madre corre peligro, no tengo tiempo para volver al hospital y hacer de nuevo este absurdo trámite burocrático». Tim se levantaba y tomaba al empleado del saco.

«¡Seguridad, seguridad, saquen a ese hombre!». Gritaba el empleado desesperado.

En ese momento todo se volvió un caos. El guardia separó a Tim del empleado y lo saco a la calle. El muchacho fuera de sí, vio la oportunidad de tomar el revolver del guardia y empezó a disparar, todos asustados salieron del lugar.

Tim con el revolver en mano iba a buscar al empleado, quien aterrorizado levantaba las manos y decía, «No me haga nada. Tengo familia».

«Yo también tengo una madre que se está muriendo. Ahora, deme la autorización y me iré de aquí». Tim apuntaba a la cabeza del empleado.

«Ya voy, pero no me haga nada. Se lo suplico». El hombre volvió a digitar y aquella habilidad de antes se había perdido con el terror que le producía el arma.

«Así toca con ustedes. Recurrir a la violencia para que hagan su trabajo». Tim seguía apuntando al empleado en la cabeza.

«Ya está lista la autorización, señor. El hospital tiene que hacerle el tratamiento a su madre». El sudor corría por la frente del empleado, y sus ojos expulsaban algunas lágrimas.

«No se preocupe, no le haré nada, solo quiero la autorización». Tim salía de lugar corriendo.

En ese momento, la policía llegaba a lugar y Tim empezaba a disparar. Los policía hacían lo mismo, y el tiroteo se hizo intenso. Tim como pudo escapó dirigiéndose al hospital.

Presentó la autorización al médico y estos procedieron a hacerle el tratamiento a su madre. Luego de unos minutos la policía tomaba el hospital y los oficiales buscaban al muchacho por todos lados. Tim al verse acorralado levantó las manos tirando el arma. Los policías llegaban corriendo, y él vio como en cámara, uno de los oficiales le daba un puñetazo que lo hizo quedar en tinieblas...

«Joven, joven, despierte, le toca su turno». Un hombre mayor sacudía a Tim.

«¿Qué paso? ¿Dónde están los policías?». Tim preguntaba atónito al hombre mayor.

«Se quedó dormido, joven. Vaya rápido que lo están llamando». El hombre indicaba el cubículo.

Tim tomaba los papeles y corría hacia el empleado, en tanto las horas corrían presurosas ante el tic tac....