Monthly Prompts | The regime (El régimen) [EN/ES]

“Yuna, look at this book I found in my grandfather's attic.” Lee indicated to her friend.

“It's a very old book, I can hardly understand what it says.” Yuna rubbed her eyes to see better.

“It says 1984 here, it's by an author named George Orwell.” Lee was showing her friend the deteriorated letters of the book.

“What's it about, Lee?”

“I don't know yet, I'll start reading it tonight.” A smile crept across the boy's face.

“I want to read it too, if you don't mind,” Yuna was saying.

“No, come over to my house tonight and we'll start reading it.” Lee smiled and nodded.

The night came and the two boys began to read, that book with the worn cover. Those letters showed Lee and Yuna a reality eerily similar to what they lived in their country. For many decades, Aerok, the boys' country, was controlled by the lineage of a sinister family.

“Lee, this book is a danger to have in our hands. The authorities could put us in jail.” Yuna felt a terrible fear.

“Yuna, don't worry. Only the two of us know about the existence of this book.” Lee painted a smile on his face.

“True, but we must be careful, walls have ears and windows have eyes.”

“I'll be careful, meanwhile I'll keep reading that story. Curiosity killing me. Haha.” Lee rubbed his hands together.

Meanwhile in Aerok, life was going on. The citizens were still subject to the tyranny of the leader who controlled all institutional, political, economic and social strata. The leader had placed himself on the throne and proclaimed himself a god to be worshipped by all.

The leader ruled with an iron fist and sowed panic among the citizens, so that he could control them and do with them as he pleased. The few remaining rebels were punished with death or jail, which was the worst punishment, so much so that many preferred death to being locked up and 'corrected.'

Lee and Yuna finished reading the book and woke up to a new reality, it seemed that the book was written from the situation in their country. The kids went to school. A new day and a new awakening. Yuna looked around with new eyes and was saddened by how they were being controlled. Meanwhile, Lee forgot to take the book out of the briefcase and one of his classmates was curious to see it.

Lee's friend took out the book and showed it to the classmates. “Look, look, Lee has a dirty old book. Our friend now thinks he's a bookworm. Haha.” The boy held the book up and at that instant the teacher arrived. Everyone was silent and petrified with fear.

“What have you got there, young man?” the teacher asked with an austere expression.

“No, no, it's not mine, sir.” The young man trembled with fear.

The teacher snatched the book from the boy and glanced at it. The teacher's eyes opened to the fullest extent of their sockets. Horrified he asked, “Young man you will be punished for holding this book in your hands. Our beloved leader abhors this kind of subversive content in schools. Come with me.”

“No, no, no, no, sir. This book is Lee's.” The young man pointed at his classmate.

The teacher looked at Lee. “Is that right, young Lee?”

Lee was shaking and sweating profusely. “No, no... I mean, I found it over there... Sorry, sir, sorry...” Tears were streaming down Lee's face.

“Who else read this book, young Lee?” The professor's intimidating gaze was boring into the boy's anguished face.

“No one... no one else, sir.” Lee was still crying in front of the professor.

“It's all right, Young Lee.” He patted him on the back. “Go to your post.” The teacher burned the book in front of his students and ended by saying, “This reading is just trying to brainwash you young people. You must never, ever, if you listened, ever attempt to read these subversive books.”

Hours passed and the bell to leave class rang. Yuna and Lee were walking home. The young man still felt a terrible nervousness after everything that happened.

“You must calm down, Lee. It's all over now and the teacher forgave you.” Yuna hugged her friend.

“I was stupid, why did I forget to take that book out of my suitcase?” He was hitting his head.

“Lee, please, you must calm down. Come on, let's go in the house.” Yuna opened the door.

The girl made Lee some tea to calm him down. Then, a loud knocking sounded. Yuna was running to open and saw some intimidating looking military men. One of them said to her. “You and young Lee should come with us, please...”

«Yuna, mira este libro que me encontré en el ático de mi abuelo». Lee indicaba a su amiga.

«Es un libro muy viejo, casi no entiendo lo que dice». Yuna se sobaba los ojos para ver mejor.

«Aquí dice 1984, es de un autor llamado George Orwell». Lee le mostraba a su amiga las letras deterioradas del libro.

«¿De qué trata, Lee?».

«Aun no sé, está noche empezaré a leerlo». Una sonrisa se dibujaba en el rostro del chico.

«Yo también quiero leerlo, si no te importa», decía Yuna.

«No, ven está noche a mi casa y empezamos la lectura». Lee sonreía y asentía.

Llegó la noche y los dos muchachos empezaron a leer, aquel libro de portada desgastada. Aquellas letras mostraron a Lee y Yuna una realidad tenebrosamente parecida a lo que vivían en su país. Durante muchas décadas, Aerok el país de los chicos, estaba controlado por el linaje de una familia siniestra.

«Lee, este libro es un peligro tenerlo en nuestras manos. Las autoridades podrían meternos a la cárcel». Yuna sintió un terrible miedo.

«Yuna, no te preocupes. Solo los dos sabemos de la existencia de este libro». Lee pintaba una sonrisa en su rostro.

«Es verdad, pero debemos tener cuidado, las paredes tienen oídos y las ventanas ojos».

«Tendré cuidado, mientras tanto seguiré leyendo aquella historia. La curiosidad me matando. Haha». Lee se frotaba las manos.

Mientras tanto en Aerok, la vida seguía su rumbo. Los ciudadanos seguían sometidos a la tiranía del líder quien controlaba todos los estamentos institucionales, políticos, económicos y sociales. El líder se había colocado en el trono y proclamado un dios al que todos debían adorar

El líder gobernaba con mano dura y sembraba el pánico entre los ciudadanos, para poder controlarlos y hacer con ellos lo que le plazca. Los pocos rebeldes que quedaban eran castigados con la muerte o la cárcel, que era el peor de los castigos, tal así que muchos preferían la muerte a ser encerrados y "corregidos".

Lee y Yuna terminaron de leer el libro y despertaron a una nueva realidad, parecía que el libro se había escrito desde la situación de su país. Los chicos fueron al colegio. Un nuevo día y un nuevo despertar. Yuna miraba a su alrededor con nuevos ojos y se entristeció por cómo estaban siendo controlados. Mientras tanto, Lee olvidó sacar el libro del maletín y a uno de sus compañeros le causo curiosidad de verlo.

El amigo de Lee sacaba el libro y lo mostraba a los compañeros. «Miren, miren, Lee tiene un libro sucio y viejo. Nuestro amigo ahora se cree ratón de biblioteca. Jaja». El chico sostenía el libro en alto y en ese instante llegó el profesor. Todos quedaron en silencio y petrificados por el miedo.

«¿Que tiene ahí, joven?», preguntaba el profesor con una expresión austera.

«No, no, no es mío, señor». El joven temblaba de miedo.

El profesor arrebataba el libro al muchacho y le echaba un vistazo. Los ojos del docente se abrieron al máximo de sus cuencas. Horrorizado preguntó, «Joven será castigado por tener este libro en sus manos. Nuestro amado líder aborrece este tipo de contenido subversivo en los colegios. Venga conmigo».

«No, no, no, señor. Este libro es de Lee». El joven apuntaba a su compañero.

El profesor miraba a Lee. «¿Eso cierto, joven Lee?».

Lee estaba temblando y sudaba profusamente. «No, no... Es decir, lo encontré por ahí... Perdón, señor, perdón...». Unas lágrimas brotaban por el rostro de Lee.

«¿Quién más leyó este libro, joven Lee?». La mirada intimidante del profesor se clavaba en el rostro angustiado del muchacho.
«Nadie... nadie más, señor». Lee seguía llorando ante el profesor.

«Está bien, Joven Lee». Le daba una palmadita en la espalda. «Vaya a su puesto». El profesor quemaba el libro delante de sus alumnos y terminaba diciendo, «Esta lectura solo les intenta lavar el cerebro, jóvenes. No deben, jamás, si escucharon, jamás intentar leer estos libros subversivos».

Pasaron las horas y el timbre para salir de la clase sonó. Yuna y Lee se iban caminando a casa. El joven aún sentía un terrible nerviosismo después de todo lo que pasó.

«Debes calmarte, Lee. Ya todo pasó y el profesor te perdonó». Yuna abrazaba a su amigo.

«Fui un estúpido. ¿Por qué olvide sacar ese libro de mi maleta?». Se golpeaba la cabeza.

«Lee, por favor, debes calmarte. Ven entremos a casa». Yuna abría la puerta.

La chica le hacía un té a Lee para que se calmara. Luego, unos golpes fuertes se oyeron. Yuna corría a abrir y vio a unos militares de aspecto intimidante. Uno de ellos le dijo. «Usted y el joven Lee deben acompañarnos, por favor...».