Monthly Prompts | The Crybaby (El llorón) [EN/ES]

A drunkard was leaving the bar at midnight. He began to walk down the dusty road that led to his small house. The full moon was rising overhead, illuminating the lonely path with trees on either side.

The drunk was staggering along the path, while fireflies danced in the night grass. The man whistled and sang a song without much concern for daily problems.

From time to time he stopped and took a break to observe the landscape, which by this time had taken on a sinister tinge. Deep down the man felt a horrible fear and his survival instinct made him run, very fast.

The images became more and more confusing, while the drunkard staggered every time he took a step. At that instant, he stepped on a small stone and all his humanity went against the dusty ground. He raised his face and the blurry images became increasingly clear.

He saw a wicker basket in the middle of the road, then heard a soft cry. The drunkard rubbed his eyes trying to grasp that reality. He crept closer and peeked his head out looking at a baby, very beautiful, with blue eyes, blond hair and the color of his skin was like porcelain.

It was very strange to him because in those parts there was no one with those physical characteristics, they all had indigenous features and were brown-skinned. The baby was still crying and the drunk was trying to calm him down, but it was useless, the baby's crying was breaking the silence of the place.

The drunkard began to sing a very famous melody for babies. “Go to sleep, little baby. Go to sleep now. The full moon will greet you."

The baby showed a sweet smile and the drunkard looked at him tenderly. Silence filled that moonlit night. The man took the basket to return to the village. After a few hours, the baby began to cry again, but his cry had something more sinister in it.

The drunk felt a shiver run through his body and stealthily peeked out to see the baby. The little one's eyes turned red and it began to transform into a terrible creature with sharp fangs, scaly skin and a tongue as long as a snake.

The creature began to grow in size and a dark smoke surrounded him. The drunk fell backwards at the sight of the terrible spectacle and covered his eyes. Then, a voice from beyond the grave said, “You're coming with me to hell, damn you. Haha.”

The drunkard began to return to the lucidity of sobriety and prayed, calling upon his faith in order to rescue his soul from eternal torment. At that moment, it became three o'clock in the morning, and the creature disappeared in the dawn breeze.

The man opened his eyes and, teeth trembling, saw the wicker basket. He got up without delay and began to run like hell, without looking back. When he was about to arrive, he heard a tenebrous voice that echoed throughout the place, “This time you were very lucky, next time I'll take you to my domain. Haha.”

The frightened man fell on his face and lost consciousness. As the sun came up, he opened his eyes, and the images were beginning to become clear. Next to him he saw the wicker basket, his eyes wanted to pop out of their sockets, the only thing he could do was to run away, asking for forgiveness and swearing that he was not going to drink anymore.

Un borracho salía a media noche de la cantina. Empezaba a recorrer el camino polvoriento que lo llevaba a su pequeña casa. La luna llena se alzaba en lo alto, iluminando el sendero solitario con árboles a los lados.

El borracho iba tambaleándose por aquel camino, mientras las luciérnagas danzaban en el pasto nocturno. El hombre silbaba y cantaba una canción sin preocuparse mucho de los problemas diarios.

De cuando en cuando, se paraba y tomaba un descanso para mirar el paisaje, que en ese instante, se había tornado con un tinte siniestro. Muy en el fondo el hombre sintió un miedo horrible y su instinto de supervivencia lo hizo correr, muy rápido.

Las imágenes se iban haciendo más confusas, mientras el borracho trastrabillaba cada que daba un paso. En ese instante, pisó una pequeña piedra y toda su humanidad se fue contra el suelo polvoroso. Levantó el rostro y las imágenes borrosas se iban haciendo más nítidas.

Vio un canasto de mimbre en el medio del camino, luego escuchó un llanto suave. El borracho se sobó los ojos tratando de comprender aquella realidad. Se acercó sigilosamente y asomó la cabeza mirando a un bebé, muy hermoso, de ojos azules, pelo rubio y el color de su piel era como la porcelana.

Se le hizo muy extraño porque por esos lados no había nadie con esas características físicas, todos tenían rasgos indígenas y eran de piel morena. El bebé seguía llorando y el borracho trataba de calmarlo, pero todo era inútil, el bebé con su llanto rompía el silencio del lugar.

El borracho empezaba a cantar una melodía muy famosa para los bebés. «Duérmete, pequeño niño. Duerme ya. Que la luna llena te recibirá».

El bebé mostraba una dulce sonrisa y el borracho lo miraba con ternura. El silencio llenaba aquella noche de luna. El hombre tomaba la canasta para regresar al pueblo. Después de unas horas, el bebé empezó a llorar nuevamente, pero su llanto tenía algo más siniestro.

El borracho sintió un escalofrío que le recorrió el cuerpo y sigilosamente se asomó a ver al bebé. Los ojos del pequeño se hicieron rojos y empezó a transformarse en una terrible criatura con colmillos filosos, piel escamosa y una lengua tan larga como la de una serpiente.

La criatura empezó a crecer de tamaño y un humo oscuro lo rodeo. El borracho cayó de espaldas al ver el terrible espectáculo y se tapó los ojos. Entonces, una voz de ultratumba dijo, «Vendrás conmigo al infierno, maldito. Jaja».

El borracho empezó a retornar a la lucidez de la sobriedad y rezó, recurriendo a su fe para poder rescatar su alma del tormento eterno. En ese momento, se hicieron las tres de la mañana, y la criatura desapareció en la brisa del amanecer.

El hombre abrió los ojos y temblando los dientes, vio el canasto de mimbre. Se levantó sin demoras y empezó a correr como alma que lleva el diablo, sin mirar atrás. Cuando él estaba a punto de llegar, escuchó una voz tenebrosa que retumbó por todo el lugar, «Esta vez tuviste mucha suerte, para la próxima te llevaré a mis dominios. Jaja».

El hombre espantado cayó de bruces y perdió el conocimiento. Al salir el sol, abrió los ojos, y las imágenes empezaban a hacerse claras. A su lado vio la canasta de mimbre, los ojos se le querían salir de sus cuencas, lo único que pudo hacer fue salir corriendo, pedir perdón y jurando que ya no iba a beber más.