Una colilla de cigarro cae desde una ventana, el fuego de la nicotina acaricia sutilmente mi epidermis. Mis ojos irascibles se fijan sobre la ventana de madera desgastada. El color café saludable de la madera se ha convertido en un gris opaco de muerte.
Sobre aquella desteñida ventana se asoma un viejo, con una calva prominente en la parte superior y a los lados una maraña de cabellos blancos incipientes. Su gesto cansado y agobiado acentúa las arrugas, que como surcos se extienden sobre todo el rostro, de color canela. Un color canela conseguido por la brutalidad de los rayos del sol.
El viejo de la ventana mira fijamente el horizonte donde una tarde se pierde en el ocaso, y los colores matizados del naranja se extiende por todo el firmamento hasta diluirse con el oriente, donde la noche va tiñendo con su oscuro penetrante la feroz jungla de cemento.
El viejo seguía viendo a ese horizonte, tal vez buscando respuestas a su pensamiento, unos de dolor, otros de desesperación y otros de felicidad. Me gustaría poder leer su mente, como un libro que muestra sus íntimas páginas, secretos del autor rebelados en cada página con tinta negra.
Ese gesto inquietante, indeleble, casi como un día negro y triste, me hace perder la razón lógica y una inquietante curiosidad se apodera de mi instinto. Abrazo la verdad extinta y le doy paso a un sinfín de análisis Holmesianos, en torno a esa pobre existencia. Deduzco sin ninguna prueba fehaciente de lo que pienso, pero sigo adelante, pensé en una vida, una vida llena de dudas y duras lecciones, ¿aprendidas? Tal vez sí, tal vez no. Un mar de decisiones que lo ha llevado a esa ventana, y las dudas parecen asaltarlo.
«Si tal vez hubiera hecho esto o lo otro». Tal vez piensa el viejo.
Aquella incipiente barba blanca domina su rostro, la sonrisa hace mucho se perdió en aquel vello vulgar y sin recortar. Los brazos descansan sobre aquella ventana desteñida de madera, de la vida, y las manos huesudas, cansadas, doloridas de tanto vivir, yacen impotentes para cambiar su signo existencial, ahora cuelgan en ese futuro que se hace más evidente con cada paso de los segundos insolentes.
Sigo dilucidando la vida de ese espectro, cuya mirada opaca consecuencia de unas cataratas, no se despegan de aquel punto inexistente en el horizonte. Tal vez busque irse con aquella noche joven que empieza a dominar el extinto día. El viejo y la ventana amigos diarios en un fin que se acerca cabalgante y arrasador. Ya no hay escape para aquel viejo. Se ha resignado, eso parece, eso refleja su gesto.
Por un momento, se pierde dentro del aquella casa. Una casa con una fachada deprimente así como aquel viejo. La pintura descolorida le da un aspecto de muerte, sin esperanza, sin sentido. El viejo vuelve a salir y un cigarro nuevo acompaña su agria boca. El humo se evapora con cada calada, tal vez es el único placer de aquel viejo, lo único que lo hace querer vivir. Cada sorbo le devuelve la vida en esa noche que ha llegado sin contemplaciones, reclamando lo que es suyo, lo perteneciente desde el primer llanto.
El sonido de mi celular me distrae de las alucinaciones y predicciones del viejo en la ventana. Es hora de marchar y con una mirada inexpresiva me despido del viejo, quien se queda dando las últimas caladas a su cigarro, que se extingue con el ardor de la existencia y las cenizas quedan como testigos silenciosos de lo que una vez fue una vida.
Al día siguiente, la ventana sigue ahí, pero el viejo ya no está y en un lado de la puerta yace un cartel que dice, «Descansa en la paz del señor...». Mis pupilas de dilatan y vuelvo a releer una y otra vez. El viejo se ha ido y ayer lo había visto en esa ventana con un cigarro. Me doy media vuelta y sigo caminando al horizonte que me llevará al destino del viejo.
A cigarette butt falls from a window, the nicotine fire subtly caressing my skin. My angry eyes fixate on the worn wooden window. The healthy brown color of the wood has turned into a dull gray of death.
An old man leans out of that faded window, with a prominent bald spot on top and a tangle of incipient white hair on the sides. His tired and weary expression accentuates the wrinkles that spread like furrows across his cinnamon-colored face. A cinnamon color achieved by the brutality of the sun's rays.
The old man at the window stares at the horizon where an afternoon is lost in the sunset, and the nuanced colors of orange spread across the sky until they fade into the east, where night is staining the fierce concrete jungle with its penetrating darkness.
The old man continued to look at that horizon, perhaps searching for answers to his thoughts, some of pain, others of despair, and others of happiness. I would like to be able to read his mind, like a book that reveals its intimate pages, the author's secrets revealed on each page in black ink.
That disturbing, indelible gesture, almost like a black and sad day, makes me lose my logical reasoning, and a disturbing curiosity takes hold of my instinct. I embrace the extinct truth and give way to endless Holmesian analysis of that poor existence. I deduce without any reliable evidence of what I think, but I continue, thinking of a life, a life full of doubts and hard lessons, learned? Maybe yes, maybe no. A sea of decisions that has led him to that window, and doubts seem to assail him.
“If only I had done this or that.” Perhaps the old man thinks.
That incipient white beard dominates his face, the smile long lost in that vulgar, uncut hair. His arms rest on that faded wooden window, on life, and his bony hands, tired, sore from so much living, lie powerless to change his existential sign, now hanging in that future that becomes more evident with each passing second.
I continue to ponder the life of that specter, whose dull gaze, the result of cataracts, never leaves that nonexistent point on the horizon. Perhaps he seeks to leave with that young night that begins to dominate the extinct day. The old man and the window are daily companions in an end that is fast approaching, galloping and devastating. There is no escape for that old man. He has resigned himself, it seems, as reflected in his expression.
For a moment, he loses himself inside that house. A house with a depressing facade, just like that old man. The faded paint gives it an appearance of death, without hope, without meaning. The old man comes out again, a new cigarette accompanying his sour mouth. The smoke evaporates with each puff, perhaps the only pleasure for that old man, the only thing that makes him want to live. Each puff brings him back to life on this night that has arrived without warning, claiming what is his, what has belonged to him since his first cry.
The sound of my cell phone distracts me from the hallucinations and predictions of the old man at the window. It's time to leave, and with an expressionless look, I say goodbye to the old man, who remains taking the last puffs of his cigarette, which extinguishes with the ardor of existence, and the ashes remain as silent witnesses to what was once a life.
The next day, the window is still there, but the old man is gone, and on one side of the door lies a sign that says, “Rest in the peace of the Lord...” My pupils dilate, and I reread it over and over again. The old man is gone, and yesterday I had seen him in that window with a cigarette. I turn around and continue walking toward the horizon that will take me to the old man's destination.
¡Gracias por leer nuestro post!
Posted Using INLEO
Hola, feliz tarde.
Tu escrito está muy interesante, de hecho me recordó la historia de un vecino que murió hace dos días acá en el edificio.
Al final de nuestro camino, al parecer, llega un momento, cuando ya sabemos o intuimos que nos vamos, que solo pensamos en el que vendrá y el cómo vendrá después de la partida de este mundo, y también me imagino que se piensa mucho y se hace un balance de la vida entera que hemos tenido.
Es un camino que, como bien escribes, lo transitaremos todos en el momento final de nuestra vida.
Me gustó mucho tu forma de escribir este post.
Mis mejores deseos.
Este post fue votado desde Ecency.
!ALIVE
Gracias,amigo. Un comentario muy valioso y sustancioso.
En verdad que el camino a la muerte es algo misterioso y que no tiene respuesta alguna. Cada quien viviremos ese momento a nuestra manera.
Gracias por el valioso apoyo.
Una excelente semana en tus labores y familia.
Your story about the old man sitting at the window inhaling cigarette smoke is very interesting. Have a nice afternoon.
Gracias por pasar y dejar tu amable comentario. Siempre un gusto verte por estos lados.
Una excelente semana de escritura en nuestra plataforma.
Muy buen relato, @rinconpoetico7, casi cinematográfico. Una lamentable realidad que logras presentar imaginativamente, con un final, aunque esperado, bien expresado. Saludos.
Gracias por pasar y dejar tu valioso comentario. Muy halagado por tu apreciación.
Una excelente semana de letras y escritos.
¡Felicidades! Esta publicación obtuvo upvote y fue compartido por @la-colmena, un proyecto de Curación Manual para la comunidad hispana de Hive que cuenta con el respaldo de @curie.
Si te gusta el trabajo que hacemos, te invitamos a darle tu voto a este comentario y a votar como testigo por La Colmena.
Si quieres saber más sobre nuestro proyecto, te invitamos a acompañarnos en nuestro servidor de Discord.
Thank you for your valuable support. Your great work inspires us to create even more content.
A hugs!
es un escrito bello e interesante, las personas dicen muchas veces que saben el día en que se van a morir, no se si será verdad pero parece ser una presunción, como dejas claro es un camino del que no podemos salir.
Gracias por pasar y dejar tu amable comentario.
Es un momento definitivo para nuestra vida. Cada uno viviremos aquella experiencia terrorífica, pero ineludible.
Excelente inicio de semana.
igual para usted. saludos
Esta publicación ha recibido el voto de Literatos, la comunidad de literatura en español en Hive y ha sido compartido en el blog de nuestra cuenta.
¿Quieres contribuir a engrandecer este proyecto? ¡Haz clic aquí y entérate cómo!
Gracias por el apoyo.
¡Un abrazo a todo el equipo!