Pleasure and Guilt

Pleasure and Guilt

First of all, I must thank the #HiveLearners community for considering my suggestion on this topic, which has caused me countless sleepless nights.

Slavery, plain and simple, is a crime that we should not allow to continue in the world.

Calling it modern slavery is a kind of euphemism, because it subliminally makes us think that being modern somehow makes it less serious.

That said—though I may be profoundly mistaken—I will simply call slavery what it is: slavery. And I hope this helps us take it more seriously and demand from our governments that they neither allow it nor encourage it through complicit silence.

I confess that I am a chocolate lover, and this pleasure brings me guilt. In fact, I’ve tried to avoid consuming it as much as possible.

Because behind all those endorphins released by our brains when savoring chocolate lies a terrible, illegal, and immoral practice: child labor, that is, child slavery.

The world’s largest cocoa producers are in West Africa, specifically Côte d’Ivoire and Ghana, where more than two million children are exploited—forced to use sharp machetes and carry heavy sacks on cocoa plantations. Some of them are as young as five years old, coming from other impoverished African countries. Trafficked or kidnapped.

The chocolate industry entrenches itself in a closed-off stance, defending its “interests.” But we, as consumers, should raise our voices and demand that they remove from their supply chains those who violate the most basic human rights.

And this is not the only case. According to figures from the ILO and UN, in 2021 there were more than 50 million people worldwide living in conditions of slavery. Sadly, that represents an increase of 10 million compared to 2016.

Some of the prevailing forms of slavery today include:

1. Forced labor
2. Sexual exploitation
3. Human trafficking
4. Forced marriages
5. Child labor
6. Modern servitude

In this last category falls “criadazgo,” a widely practiced custom in my country, Paraguay. So much so that when a law was proposed to prohibit criadazgo, government-aligned parliamentarians defended it as a cultural matter—even as “charity”—when in reality, it is simply and plainly a form of child exploitation, or slavery.

If we, as consumers, validate these practices—whether for the pleasure of tasting chocolate or the convenience of buying cheap products, without caring that behind them lies a trail of blood, sweat, and tears—we are just as guilty, if not more, than those who exploit others simply because they can, and because it brings them great profit. We cannot simply close our eyes and move on.

Let us be part of a global movement of people who do not support these atrocious crimes with their consumption habits—crimes that violate the most basic human rights of millions of people, even if they are on the other side of the world.

Placer y Culpa

Antes que nada, debo agradecer a la comunidad #HiveLearners por haber tomado en cuenta mi sugerencia respecto a este tema que me ha causado innumerables noches de insomnio.

La esclavitud, a secas, es un crimen que no deberíamos permitir que siga ocurriendo en el mundo.

Llamarla esclavitud moderna es una especie de eufemismo, porque subliminalmente nos hace pensar que por ser moderna, es menos grave.

Diciendo esto, que puede estar supremamente equivocado, llamaré simplemente esclavitud a la esclavitud, y ojalá sirva para que la tomemos más en serio, y exijamos así a nuestros Gobiernos que no la permitan ni la fomenten con su silencio cómplice.

Confieso que soy amante del chocolate, y que este placer me ocasiona culpa, y de hecho, he evitado su consumo lo más posible.

Porque detrás de todas esas endorfinas liberadas por nuestro cerebro al saborear un chocolate, se esconde una práctica terrible, ilegal, e inmoral, que es el trabajo infantil, es decir, la esclavitud infantil.

Los mayores productores de Cacao del mundo se encuentran en África Occidental, en específico, Costa de Marfil y Gana, dónde son explotados más de dos millones de niños, obligados a utilizar filosos machetes y cargar pesados sacos en las plantaciones de Cacao de esos países. Algunos de ellos son niños de apenas 5 años, provenientes de otros países africanos pobres. Traficados o secuestrados.

La industria del chocolate se atrinchera en una postura hermética defendiendo sus "intereses". Pero nosotros como consumidores, deberíamos alzar la voz, y exigir que eliminen de su cadena de proveedores a quienes violen los derechos humanos más básicos.

Pero este no es el único caso, ya que según cifras de la OIT y ONU, en 2021 habían más de 50 millones de personas en el mundo en condiciones de esclavitud. Tristemente eso representa un aumento de 10 millones en relación con el año 2016.

Algunas de las variantes de la esclavitud reinante hoy día son:

1. Trabajo forzoso
2. Explotación sexual
3. Trata de personas
4. Matrimonios forzados
5. Trabajo infantil
6. Servidumbre moderna

En esta última categoría se encuentra el "criadazgo", una práctica ampliamente extendida en mi país, Paraguay, al punto que cuando se propuso una Ley de Prohibición del Criadazgo, parlamentarios oficialistas defendieron esta práctica por considerarla una cuestión cultural y hasta de "beneficencia", cuando en realidad se trata de simple y llanamente una forma de explotación infantil, o esclavitud.

Si nosotros mismos como consumidores validamos estas prácticas, ya sea por el placer de degustar unos chocolates, o por la conveniencia de adquirir productos baratos, sin importarnos que tras esto hay un rastro de sangre, sudor y lágrimas, somos tan o más culpables que las personas que explotan a sus semejantes por el simple hecho de que pueden, y que esto les genera mucho dinero. No podemos simplemente cerrar los ojos y seguir de largo.

Seamos parte de un movimiento global de personas que no fomentan con sus hábitos de consumo estos atroces crímenes que violan los más básicos derechos humanos de millones de personas, aunque estén al otro lado del mundo.

Original language: Spanish
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